Hace dos años, España y Alemania peleaban en Viena por ser el mejor de Europa. Ganó la selección de Luis. Hoy, España y Alemania pelean en Durban por ser uno de los dos mejores equipos del mundo demostrando su consolidación en la élite. En un torneo, el de Suráfrica, que se ha llevado por delante a leyendas como Brasil, Argentina, Italia e Inglaterra, solo la idea de fútbol que han defendido tanto Del Bosque como Löw les ha permitido colarse entre la aristocracia mundial. Los demás, los que vivieron de sus estrellas, tipo Messi, Rooney, Kaká o Cristiano Ronaldo, ya deben estar tumbados en alguna playa paradisíaca disfrutando de unas largas vacaciones. España, no; Alemania, tampoco. Son los mismos equipos del 2008, pero mejores. No hay central como Piqué ni pivote defensivo como Sergio Busquets. A Löw, por ejemplo, le tocó la lotería con la entrada de los jóvenes inmigrantes ( zil, de origen turco; Khedira, tunecino; Boateng, ghanés), que modernizaron a la Alemania parida por Klinsmann en el 2006.