La temporada 2019-2020 finalizó de forma prematura para innumerables clubs. No fue una excepción para los dos grandes representantes del baloncesto extremeño, que tampoco lograron escapar de las garras de los efectos del covid-19 en el deporte.

Cáceres Patrimonio de la Humanidad y Nissan Al-Qázeres Extremadura han bajado sus persianas, pero lo han hecho de distinta manera: para el conjunto verdinegro ha sido un año de recuperar adeptos tras una campaña aciaga, mientras que para el cuadro que milita en la élite del baloncesto femenino español ha tocado hacer malabares en el plano económico, bajando el alto nivel de nombres de temporadas anteriores.

El Cáceres ha sido puro fuego en pista. Le hemos visto codearse con la élite y ser competitivo fuera de casa, dos premisas que la memoria no alcanza a encontrar en una misma temporada. Roberto Blanco (y el resto del cuerpo técnico, que él siempre se empeña en alabar) ha dado más de lo que cualquiera pudiera imaginar: al equipo le ha otorgado una identidad y a la afición le ha regalado ilusión.

A Blanco no le quedó más remedio que buscar un equipo modesto en cuanto a nombres, con la excepción de Ricardo Úriz, pero con una relación que se hacía patente entre todos ellos: podrían ir a la guerra juntos. Su identidad se ha basado en la solidaridad entre los jugadores y su potencia defensiva, acompañada por ciertos momentos destacados en ataque. Un cóctel que les hacía como uno de los equipos más eficientes a nivel defensivo y un rival ciertamente incómodo. La afición, claro está, lo ha agradecido. Y la afluencia en el Multiusos ha ido al alza.

El Nissan Al-Qázeres fue armado de forma más modesta a años anteriores. Un desconocido para su afición, Ricardo Vasconcelos, llegaba para tomar las riendas de una plantilla que apostaba por la proyección de sus jugadoras más que por su contrastado brillo. La bajada de presupuesto se notó en las firmas de contratos, pero hubo veces que no se notó en la pista.

El también seleccionador portugués logró exprimir el talento de sus jugadoras, también mediante una extraordinaria solidaridad entre ellas, para llegar a coquetear con la disputa de la Copa de la Reina durante once jornadas. Es decir, exactamente la mitad de las que se han disputado. Sin embargo, la segunda vuelta ha sido especialmente dura y el equipo ya estaba peleando por la permanencia, en una batalla que se prometía emocionante con Zamora y, en menor medida, con Bembibre. Eso sí, debe quedar reflejado que el equipo cacereño no ha pisado ni una sola jornada los puestos de descenso.

Finales diferentes. No sabemos qué hubiera logrado el Cáceres al alza en unos ‘playoffs’ por el ascenso a la Liga Endesa que tenía encarrilados, o Al-Qázeres en sus horas más bajas en la lucha por la permanencia. El destino nos tenía reservada una amarga sorpresa en forma de crisis sanitaria que ha paralizado el mundo y ha alejado las portadas de los estadios y los pabellones para acercarlas a los hospitales.

Sabemos cómo ha golpeado hasta ahora, pero está por ver de qué manera lo hará durante el próximo curso. Quizás el éxito radique en la solidaridad entre todos.

*Narrador y comentarista