El beso se lo dio el domingo por la mañana. Es decir, 24 horas antes de sufrir la primera decepción. Pero Marc Márquez, al igual que su compañero Dani Pedrosa, tuvo enseguida la misma sensación que en la pretemporada del 2015, cuando supo que le iba a ser imposible renovar sus dos títulos mundiales (2013 y 2014) porque su Honda RC213V, nacida de las mentes de 100 ingenieros de HRC más que de sus sugerencias, no estaba ni estaría a la altura de la Yamaha M1.

En aquella ocasión, los ingenieros japoneses habían apostado por la potencia (el "power, power, power", que defiende Shuhai Nakamoto, su jefe supremo) y no por el equilibrio, la sensatez y las peticiones de sus pilotos. A partir de ahí, Márquez y Pedrosa lucharon contrarreloj y sus ingenieros trataron de domesticar y/o suavizar la brusquedad del propulsor alado con la centralita electrónica. Pero no hubo forma de cambiar aquel ADN.

Acaba de empezar la temporada 2016 y Márquez y Pedrosa, aunque no lo digan, temen que sus ingenieros hayan vuelto a errar. El motor vuelve a ser salvaje, ahora con el problema añadido de que la centralita electrónica ya no es la de Honda, sino un aparato menos sofisticado, igual para todos. "Otros años hemos empezado con algo de desventaja con respecto a nuestros rivales, pero no con la diferencia de esta vez", dijo Pedrosa al abandonar Malasia.

"Mis sensaciones no son malas --añadió Márquez--, pero no me gusta estar tan lejos de Lorenzo". Estar lejos es estar a más de un segundo y eso, entre los magníficos, es un mundo. "Solo quedan seis entrenamientos antes de viajar a Catar, donde del 18 al 20 de marzo arranca el Mundial, y me temo que no nos dará tiempo de poner nuestra moto al nivel de la Yamaha. ¡Ojalá me equivoque!", señaló el piloto de Cervera, que reconoció: "El primer día de Sepang la diferencia con la Yamaha era muy grande y abandonamos Malasia siendo solo grande".

Pedrosa recuerda: "Han cambiado demasiadas cosas con respecto al año pasado. Bueno, en realidad solo repetimos los pilotos y el chasis, todo lo demás es nuevo". Y el piloto catalán añade: "Cuando vas detrás de la Ducati, ves que acelera una barbaridad o que sale de las curvas de maravilla y, de todo eso, te das cuenta al primer toque de gas. Está claro que no somos capaces, de momento, de demostrar nuestro potencial, que lo hay, que lo tenemos y que acabará emergiendo".

Márquez, y también Pedrosa, están muy ilusionados y saben, porque han visto cómo han reaccionado sus ingenieros japoneses, que van a mejorar. Y mucho. "Estamos muy esperanzados", dice Márquez, que no se arrepiente de haber besado, deseándole suerte, la cúpula de su nueva RC213V.