Flavio Frangella llegó repartiendo abrazos al Francisco de la Hera. Fue el primero en bajar del autobús dombenitense y entró en el recinto retando amigablemente al utillero Domingo Durán. Antes lo había hecho el trío arbitral, dentro del horario y dando vigencia a una circular que algunos se pasan por el forro, y el técnico visitante, Javi Pereira, con algunos de sus jugadores. Venían de Badajoz y viajaron en coche particular.

El pulso entre Flavio y Pavone acabó en tablas. También el de Pereira y Cisqui, que evidenciaron su buena relación departiendo durante 18 minutos sobre el círculo central y sus aledaños. El técnico pacense hasta intento echar una mano a su colega en la sala de prensa. Pero la imagen del Extremadura no la salvan los paños calientes .

Hubo comida oficial entre las directivas, el consejero Amigo volvió a presidir el palco junto a los máximos mandatarios de los dos clubs y hasta se guardó un minuto de silencio sin que el club organizador, el Extremadura, comunicase nada al respecto. No el único detalle que se le escapa. Las cabinas de prensa están dejadas de la mano de Dios y no hacen algo por solucionarlo. Tan lamentable como la racanería de las hojas de las alineaciones.

La de ayer fue una tarde fría en lo climatológico aunque caliente en el graderío. Pero no hubo un mal gesto y la fraternidad, como tiene que ser, presidió el derbi regional. Al principio algún desajuste, porque los aficionados visitantes ocuparon algunos asientos de los abonados, pero con cordialidad se solucionó todo felizmente.

Gol anulado

Las aficiones se enfadaron, y mucho, pero cada una por su lado. La local por la lamentable imagen de su equipo una semana más. La visitante, por el gol anulado a su equipo por el árbitro. Lo de las nuevas medidas/normas/pautas sigue ocasionando situaciones esperpénticas. El Don Benito, rojiblanco siempre, vistió de blanco ayer para que no hubiese coincidencias. Pero el trencilla permitió que ambos equipos jugasen con pantalones prácticamente idénticos. Eso a Teixeira no le hubiese pasado, menudo es él.