El propietario de la botella que impactó sobre el entrenador del Sevilla, Juande Ramos, defendió ayer su inocencia en un juzgado de Elche y acusó a un aficionado del Betis de lanzar el objeto. Ricardo García Alfonso, vecino de la partida ilicitana de Torrellano y propietario de la botella, compareció ayer en rueda de prensa tras prestar declaración en el juzgado de guardia de Elche, para relatar los hechos y aclarar que no tuvo nada que ver en lo ocurrido.

García indicó que cuando empezó el partido, tres chicos se sentaron detrás de ellos y empezaron a insultar a los jugadores del Sevilla. "El ambiente se fue calentando y ellos se fueron acercando más", relató García, quien señaló que el presunto agresor y sus amigos estaban en un estado "muy alterado".

EL MOMENTO En el descanso, explicó, sugirió a sus amigos bajarse de la fila cinco a la fila cuatro porque no se fiaba de los que estaban sentados detrás. "Tuve la mala suerte de que me dejé las dos botellas que llevaba, una de agua y otra de un refresco, en el asiento", señaló. Cuando llegó el gol del Sevilla, vio pasar por encima de su cabeza una de las botellas, que "no le pegó a Juande Ramos", explicó García, quien dijo que entonces se volvió y vio como el presunto agresor cogió la otra botella y la lanzó. Esta fue la botella que impactó sobre la cabeza del entrenador. Según dijo García, el presunto agresor "tardó tres segundos en desaparecer del campo", a pesar de que fue visto y señalado por los aficionados que estaban alrededor.

Por último, pidió que se identifique al culpable porque a él le han señalado algunas televisiones como presunto agresor.