Los campeonatos del Mundo de Stuttgart, que ayer tuvieron la decepción española con la séptima plaza de Iván Gutiérrez en la contrarreloj que ganó Fabian Cancellara, parecen más una crónica judicial que una competición por la conquista del jersey arcoíris. El miércoles le tocó a Alejandro Valverde, que ya está en Alemania, y ayer a Paolo Bettini, el vigente campeón, que tuvo que acudir a un juez alemán para defender su participación en la carrera reina.

Susanne Eisenmann, máxima responsable en la organización del Mundial, solicitó a un juez de Stuttgart que no permitiera a Bettini defender su título el domingo por negarse a firmar el compromiso impulsado por Pat McQuaid, presidente de la UCI, en el que los ciclistas se comprometían a entregar su sueldo en el caso de dar positivo.

Bettini, en julio, envió una carta propia a la UCI, en la que catalogaba el texto promovido por McQuaid como una "farsa", a la vez que defendía la práctica deportiva sin el uso de sustancias dopantes. Fue la UCI la que alertó al comité local de Stuttgart sobre la decisión de Bettini. Ayer, en cambio, McQuaid admitió que no había ninguna causa que le impidiese tomar parte en el Mundial.

DURO VALVERDE Y en eso llegó Valverde, irritado, mostrando su enfado hacia la UCI por colocarle en la operación Puerto, hablando de las presiones de Alemania para que no estuviera aquí, diciendo que estaban "locos" por no haber acreditado a Eddy Merckx, a quien le recordaron su polémico positivo en el Giro de 1969, y estallando ante los periodistas: "No creo que me vaya a pasar nada más. Ya me han dado bastante por el culo".

Por si fuera poco, Oscar Freire, que aspira a convertirse en el primer corredor que gana cuatro mundiales, tampoco se quedó corto en sus ataques a la dirección de la UCI: "Han montado un negocio a cuenta del dopaje por el que reciben muchas ayudas económicas. Es el problema de la UCI".