GRECIA (14+31+32+24): Diamantidis (12), Hatzivretas (2), Kakiouzis (15), Fotsis (9), Papadopoulos (8) -cinco inicial-, Papaloukas (8), Schortsianitis (14), Spanoulis (22), Tsartsaris (3), Vasilopoulos (0) y Dikoudis (8).

EEUU (20+21+24+30): Johnson (3), Hinrich (12), James (17), Brand (0), Anthony (27) - cinco inicial - Bosh (3), Howard (10), Battier (1), Miller (0), Jamison (0), Paul (3) y Wade (19).

ARBITROS: Fabio Facchini, Cristiano Maranho, Belosevic. Excluyeron a Heinrich por cinco personales (m.39).

Estados Unidos volvió ayer a hincar la rodilla en un Mundial de baloncesto. Y esta vez sin excusas a las que aferrarse. Las estrellas de la NBA fueron humilladas por Grecia (101-95), como lo fueron en Indianápolis hace cuatro años (acabaron sextos) y en Atenas en los Juegos (terceros). EEUU se había preparado a conciencia para recuperar la hegemonía mundial. Pero, otra vez, se irá a casa con el rabo entre las piernas. Hoy le quedará el triste consuelo de pelear por el bronce con Argentina (12.30 h., La Sexta), pero eso, para un equipo así, son migajas.

Frente a Grecia, el primer rival exigente que se les puso en su camino, los estadounidenses se deshicieron como la mantequilla. EEUU controló el partido solo en el primer cuarto y dio la falsa impresión de que esos 10 minutos iniciales (33-21) eran el prólogo de otra fácil victoria. Pero a partir de ahí, el equipo de Mike Kryzewsky se vio dentro de un laberinto del que no pudo escapar.

EEUU juega para la galería, con acciones individuales, buscando el mate. Sus hombres son atletas puros, pero sin sentido colectivo del juego. Y eso se paga.