Un letrero advierte a los excursionistas de que asomarse al precipicio de La Bonette puede conducir al suicidio. Por allí pueblan las marmotas. Se recomienda no tocar el claxon, que asusta a estos animales. Pero cuando llega el Tour, a este roedor, el más grande de Europa, no le queda otro remedio que refugiarse en las madrigueras. No pasaba la prueba por allí desde 1993, en lo que fue la última fuga de Pedro Delgado en la ronda francesa.

Por el precipicio se cayó el surafricano Augustyn. La bicicleta todavía se fue más abajo. El se reintegró, ayudado por un espectador, subiendo a gatas hacia la carretera entre piedras movedizas. En la bajada también se fue al suelo el estadounidense Christian Vandevelde, que se había descolgado en la subida, un contratiempo que empezó a apartarlo de la pelea. De ser tercero pasó a ocupar la sexta plaza.

Otros, en cambio, bajaron bajo el influjo del efecto Pereiro, recordando el tremendo castañazo que el gallego se dio el domingo en el Agnello, el lugar donde el corredor del Caisse d´Epargne volvió a nacer, a pesar de su fractura en el húmero de la que hoy será intervenido quirúrgicamente en Vigo. Por eso no se lo pensaron a la hora de apretar el freno.

En esta situación se encontró Denis Menchov. "Seguro que se dejó influenciar por la caída de Pereiro y casi ha podido perder el Tour", indicó Eusebio Unzué, el técnico del corredor gallego, que conoce los vicios y defectos del ruso, al que tuvo en su equipo, y que vive en Pamplona.

En efecto, y casi incomprensiblemente para un corredor de su calidad cuando se está jugando el triunfo en el Tour, Menchov perdió el contacto con el grupo de favoritos a mitad del descenso de La Bonette. Eran instantes en los que se alcanzaban los 90 kilómetros por hora. "Me corté y ya no tuve ninguna posibilidad de volver a enlazar", explicó Menchov. El ruso es más hábil que Sastre en la contrarreloj pero, hasta ahora, el abulense le está ganando la partida en cada subida complicada de la carrera. Hoy se verán en Alpe d´Huez con el juego de la victoria en París en el tapete.