Jesús Gil Manzano (fútbol), Esperanza Mendoza (baloncesto), Gregorio García (karate), Luis Fernando Durán (atletismo)... Al ‘club’ de árbitros internacionales extremeños se unió la semana pasada Carlos Ferrera Granados (Cáceres, 15-4-1989), que consiguió tal consideración por parte de la IWBF Europa, organismo continental que administra el baloncesto en silla de ruedas. Este licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte lo cuenta con detalle y una tremenda ilusión que se cuela en cada palabra.

-¿Cómo empezó?

-Siempre me ha gustado el baloncesto. De pequeño jugué en las categorías inferiores del Cáceres CB y del ADC y con 16 años, la Federación Extremeña de Baloncesto ofertó un curso de iniciación al arbitraje. Sin dudarlo me apunté en principio para poder conocer más detalladamente las reglas del juego y ver otra óptica diferente a la de jugador, pero llegó el punto una vez siendo árbitro que me gustó más que jugar.

-...Y hasta ahora...

-Esta será mi decimocuarta temporada como árbitro de baloncesto convencional. En la temporada 2012-13, la Federación Española comunicó a la Extremeña la posibilidad de ofertar una plaza de árbitro de silla de ruedas para Extremadura, y gracias al director técnico arbitral por aquellos entonces, César Morán, viajé a Madrid a un clínic y superé las pruebas.

-¿Qué pasó entonces?

-En primer lugar me gustaría destacar el gran trabajo que realiza el Comité Técnico Arbitral de la Federación Española (FEDDF) en cuanto a detección y tecnificación. El trato ha sido excepcional, cuidando mucho los detalles y dando al colectivo arbitral el trato que merece. Me sentí privilegiado, ya que desde el primer instante, tanto técnicos como compañeros internacionales y por supuesto mis dos grandes ejes en Extremadura, César Morán y Carmen Ríos, estuvieron pendientes de mí y facilitaron mi desarrollo y evolución como árbitro.

-Ya ha pitado al máximo nivel en España, ¿no?

-En mi tercera temporada me dieron la oportunidad de asistir al Campeonato de España Promesas en Sabadell, donde se reúnen las mejores canteras de España, y ahí fragüé mi ascenso a la División de Honor en silla de ruedas. El año de mi ascenso asistí a mi primera Copa del Rey en Málaga y desde entonces, numerosos campeonatos de España, fases de ascenso y la reciente Copa del Rey celebrada en Valencia han sido los últimos eventos que he tenido el privilegio de arbitrar.

-¿Cómo fueron las pruebas para llegar al máximo nivel en Klosterneuburg (Austria)?

-La Federación Internacional realiza una serie de pruebas a los árbitros candidatos basadas en conceptos teóricos, físicos y prácticos. En este sentido, desde el momento en que la Federación Española me comunicó la noticia de mi candidatura a árbitro internacional la preparación ha sido muy exigente. Inicialmente tuvimos un examen teórico de reglas de juego, comentarios e interpretaciones en inglés. Por supuesto tener un nivel de inglés alto y fluido es imprescindible para poder conseguir este reto. Todas las comunicaciones son en ese idioma empezando por el examen. Al día siguiente tuvimos la prueba física consistente en la realización de la Course Navette, ya que el árbitro es también deportista y por tanto debe estar en las mejores condiciones físicas. Por último, los supervisores y examinadores de la Federación Internacional nos realizaron un seguimiento in situ en el arbitraje de los partidos, donde debes obtener una marca de 72 al menos sobre 100 para poder optar a ser árbitro internacional.

-¿Qué le atrae de pitar esta especialidad?

-Sobre todo la capacidad, esfuerzo y superación que tienen los deportistas en esta modalidad deportiva. El baloncesto en silla de ruedas es casi idéntico al baloncesto convencional: mismas dimensiones del terreno de juego, mismas distancias de zona de tres puntos, misma altura del suelo al aro... Y todo esto sentados en una silla de ruedas. España tiene la mejor liga de Europa y probablemente de las mejores del mundo y animo desde aquí a todo el mundo a que al menos vea alguna vez algún partido ya sea en vivo, por televisión o internet.

-¿Qué es lo más complicado? ¿Hay mucha diferencia respecto a pitar basket convencional?

-Quizás lo más complicado a veces sea el «sentir» lo que los jugadores quieren hacer en un momento determinado. Es cierto que el arbitraje en silla de ruedas es más técnico que el arbitraje convencional, pero bajo mi punto de vista no veo muchas diferencias entre ambos. Lo que suele llamar la atención es por ejemplo cuando la gente aprecia un contacto digamos «fuerte» con la silla. Este contacto en función qué situación puede o no ser falta, y sin embargo un contacto leve pero con el jugador que lo recibe en acción de tiro si va a ser falta en la mayor de las veces. Esas pequeñas acciones son lo que dificultan este arbitraje. El arbitraje en silla se determina arbitrando acciones «debajo», es decir, con las ruedas, y no tanto en contactos con los brazos.

-¿Qué le parece el proyecto del Mideba Extremadura?

-No solo es un referente a nivel regional, sino también nacional e internacional. Es un club que lucha constantemente por la inclusión y la accesibilidad de las personas con diversidad funcional al deporte. El proyecto me parece impecable, empezando por esa lucha constante de la inclusión, dando a conocer el deporte adaptado entre los escolares en actividades de promoción y por supuesto lo que está logrando a nivel deportivo.

-Esta temporada está muy arriba en la clasificación...

-Actualmente el equipo técnico ha podido configurar una plantilla muy compensada con jugadores campeones del mundo que les está dando bastante alegrías a los aficionados. Destaco sobremanera el trabajo de Javier, Sole o del propio técnico, Jorge Borba.

-Puede arbitrales partidos en la liga, ¿no?

-Sin ningún tipo de problema. Bien es cierto que antiguamente lo habitual era que los árbitros no pudieran dirigir partidos con los equipos de las ciudades e incluso comunidades autónomas donde residían, pero afortunadamente con el paso de los años el arbitraje también ha ido evolucionando y ya es muy común que un árbitro extremeño arbitre un equipo de Extremadura o un madrileño a equipos de Madrid en la mayor parte de los deportes y niveles.

-¿Cuál es su próximo objetivo? ¿Los Juegos Paralímpicos de Tokio-2020?

-Actualmente no me planteo objetivos a largo plazo, sino pequeños objetivos reales a corto plazo que me hagan seguir creciendo poco a poco en el mundo del arbitraje. Honestamente el reto de ir a las Paralimpiadas es muy dificil, primero porque soy árbitro joven y recién nombrado internacional y considero. Aún me queda mucho camino que recorrer para poder soñar con arbitrar unos Juegos Paralímpicos. Y en segundo lugar porque también debemos tener en cuenta que España es una potencia a nivel mundial en arbitraje en silla de ruedas con Juanma Uruñuela a la cabeza. Mis compañeros internacionales españoles [hay diez en total] se encuentran trabajando a un alto nivel y espero poder verles en Tokio 2020.