Para Rafael Rojas Peinado (Córdoba, 13 de febrero del 1965) el fútbol es una verdadera pasión, ahora focalizada en el Cacereño como director general. Se le intuye en cada respuesta que las dificultades son grandes, pero también lanza un mensaje de optimismo: «el Cacereño tiene futuro».

SEnDYa lleva trabajando tres meses en el Cacereño. ¿Se esperaba lo que se ha encontrado, en lo bueno y en lo malo?

Sí. Sobre todo cuando hay un descenso, como que todo va un poco a menos y no es fácil remontar. Sin embargo, es un club casi centenario y hay pocas instituciones, no solo en Extremadura, sino en España, que puedan presumir de ello. El Cacereño tiene un valor añadido muy importante, y es que tiene un presidente que está por el club, que por encima de hacer negocio y del fútbol lucrativo lo tiene como algo prácticamente casi romántico. Si no, no tendría explicación el esfuerzo que están haciendo Antonio Martínez Doblas y su padre por mantener vivo club y entidad. Ponen su patrimonio para que el Cacereño vuelva a ser el club señero del fútbol extremeño.

-El día a día en el club, ¿es complicado o era lo que más o menos podía intuir?

-Uno ya está curtido en mil batallas y hay cosas que uno se puede esperar y otras no. El Cacereño es lo que es, no lo que fue, y a día de hoy somos un club de Tercera que lucha por salir de este pozo y lógicamente tenemos las dificultades propias de cualquier entidad que quiera salir de esta categoría, algo muy difícil.

-¿Tiene futuro económico la sociedad anónima tal y como está concebida ahora o hay que darle un cambio de rumbo?

-Los números están ahí y no engañan a nadie. La SAD muy positiva no ha sido. El Cacereño es una empresa con años dando pérdidas. Algo hay que cambiar. No solamente la forma de gestionar la entidad, sino que también hay que conseguir que ciudad, instituciones y afición defiendan el club como lo máximo y con la máxima convicción para que vuelva a ser un grande. Para eso tiene que poner de su parte todo el mundo, no solamente descansarse todos en que en la sociedad anónima el dueño es el que tiene que asumir las ganancias o las pérdidas, que es lo que hay ahora. También hay que ayudar un poco porque el Cacereño no es una empresa lucrativa, y desde ese punto de vista todo el mundo podría ayudar un poquito más de lo que se está haciendo hasta ahora.

-¿Alguna decepción grande en este tiempo con alguna puerta que se haya cerrado?

-No exactamente decepción, sí alguna dificultad inesperada. Por mi forma de entender mi trabajo, algunas cosas no me han gustado. No obstante, todo se habla. Soy una persona muy clara y directa y tengo responsabilidad y respeto en lo que digo. Ahora lo estamos haciendo mejor que al principio. Con un poco de paciencia y comprensión, el proyecto es viable. Al final estamos obligados a entendernos todos los que queremos al Cacereño. Lo más importante es que los cacereños, sus ciudadanos, van a tener la última palabra.

-¿Qué aportará usted en el club? ¿Se cree capacitado para hacer que el Cacereño crezca?

-Creo que sí. Llevo muchos años en el mundo del fútbol y he pasado por situaciones similares en otros clubs. El Cacereño es viable y puede salir adelante. Yo estoy poniendo de mi parte, y lógicamente cometemos errores, que es algo inevitable, pero intentaré equivocarme lo menos posible. Con la colaboración de todos, quiero que las cosas vayan fluyendo y se corrija lo que se haga mal. Pero también sé que nadie tenemos una varita mágica, necesitamos a todos.

-Hablando de futuro, ¿puede estar parte de él en la Fundación del Cacereño y la cantera?

-El club está obligado no ya por política institucional sino también, seamos sinceros, por necesidad. La Fundación está haciendo un trabajo excelente en la cantera. Tenemos que mostrar las mejores intenciones para que en un futuro podamos tener jugadores cacereños. Cantera hay, el problema es darle entrada a los chavales. Con un poco de tiempo y tranquilidad, esto dará frutos. Tenemos que dar oportunidades y abrir puertas.

-En lo deportivo, ¿qué pronostica? ¿Habrá ascenso?

-Nadie se puede atrever a decirlo. Estamos en el camino y el objetivo debe ser ese. Hay que ser exigentes con nosotros mismos, pero también objetivos y realistas. Sabemos que no va a ser fácil. Habría que intentar ser campeón porque se tiene un 50 por ciento de posibilidades de ascenso y si no se consiguiera habría que pasar tres eliminatorias. El equipo está capacitado. Queremos devolver al Cacereño a la Segunda.

-¿Cuál es la meta real? ¿Ser primero, entrar los dos primeros, entre los cuatro o ascender?

-Tanto el Badajoz como el Cacereño son los candidatos a la primera posición. El Badajoz tendría que estar quizá por encima del Cacereño unos cuantos puntos. Adolfo Muñoz está haciendo un trabajo excepcional. He tenido la oportunidad de trabajar con entrenadores de Segunda A y no tiene nada que envidiarles. La plantilla se está ganando el respeto por ser primero y campeón de invierno. No sabemos qué pasará porque la que vale es la de mayo, lo demás es anecdótico, en un grupo en el que todo el mundo habla de Cacereño y Badajoz, pero hay equipos como el Don Benito, el Azuaga, que está haciendo un campañón, Calamonte, Jerez, Coria, Plasencia, un ramillete de 8-10 con los cuales los de arriba se pueden quedar puntos.

-¿Pero se ve más allá del segundo puesto?

-El objetivo es ascender. Si me dicen que vas a quedar cuarto y que vas a subir, lo firmo ahora. Lo comento mucho con el presidente y con Adolfo: un equipo no sube cuando quiere, sino cuando se dan las circunstancias. Que ‘esté para ti’. Puedes tener el mejor equipo y el mejor entrenador, la mejor afición... y el que sube es un club de un pequeño pueblo con poco presupuesto y que viene de Preferente. No se asciende cuando se quiere, sino cuando se puede. Si somos primeros, mucho mejor. Pero si se sube nos va a dar igual habiendo siendo, primero, segundo, tercero o cuarto.

-¿Sería un fracaso no ascender a Segunda División B?

-Fracaso es no estar capacitado para lograr un objetivo, es no haber trabajado todo lo que hay que trabajar para conseguir lo que se quiere, no haber puesto toda la ilusión y el empeño. Hay que tener en cuenta que salir de Tercera División es muy difícil y muy fácil bajar desde Segunda B. Hay equipos que llevan varias fases y no lo han conseguido.

-Cuando habló con Antonio Martínez Doblas, ¿se marcó algún plazo concreto para el proyecto y su misión?

-En el Cacereño no vale lo del ‘partido a partido’. Vale el ‘día a día’, el trabajo cada uno en su parcela con el máximo de profesionalidad, respeto y empeño. Con todo eso, sacar lo que tenemos adelante. Estaré aquí hasta que Antonio Martínez Doblas quiera. Ahora estoy muy a gusto con el presidente, uno de los más serios que conocí en mi carrera. Es muy responsable para lo que hay en el mundo del fútbol. Incluso está pagando liquidaciones de años pasados sin tener un contrato.

-Estuvo en la última temporada del anterior Badajoz. Desde esa perspectiva, ¿cómo le ve y qué recuerdo tiene?

-Pasé allí dos años de los más felices de mi trayectoria, aunque lo pasé muy mal al final porque se hizo la mayor injusticia futbolística que se ha escrito en el fútbol español en las últimas décadas. Se hizo porque era el Badajoz y la sentencia que dictó la jueza tras un concurso de acreedores impecable. El Badajoz solo debía a Hacienda y Seguridad Social, con las que se había llegado a una propuesta de pago. Aquello fue muy injusto. Eso en otras ciudades en circunstancias más precarias (Huelva, Sevilla, Coruña, Santander) no ha ocurrido. Deportivamente salimos adelante esas dos campañas: en la primera se mantuvo el equipo y en la segunda quedamos casi en mitad de la tabla y con presupuestos muy limitados. Guardo muy grato recuerdo de la gente del Badajoz. Me gustaría que subieran el Cacereño y el Badajoz y si pueden hacerlo los cuatro extremeños me encantaría que así fuera finalmente.