Pasar a cuartos de final del Mundial femenino de fútbol está en las botas de Jenni Hermoso, Nahikari o Torrecilla, pero también en la capacidad organizativa de Ángeles Aguilera. La vicepresidenta de la Federación Extremeña de Fútbol es el cerebro de la selección en Francia, donde cualquier movimiento pasa por sus manos. Jefa de expedición del equipo de Jorge Vilda, planifica día a día con el técnico todo lo que deben hacer las jugadoras, desde el horario de entrenamiento hasta una excursión en grupo. También de logística. Si hay que descargar un camión de material, ahí está ella.

Tras seis semanas de concentración para algunas de las protagonistas, Ángeles es como una madre para ellas. Disciplinadas y profesionales, saben que su papel es relevante no solo para la planificación de la jornada, sino para sobrevivir al caos en una cita histórica. «Las jugadoras me sorprenden», explica a El Periódico Extremadura. «Jamás me ponen pegas. Saben a lo que vienen, tienen entre manos un Mundial muy importante para ellas y para todos los que estamos en el equipo. Nuestro objetivo es llegar a la final del 7 de julio pero para eso hay que ser disciplinados».

Esa disciplina la marca Jorge Vilda y la ejecuta Ángeles. De las reuniones con el técnico sale la organización del siguiente día. Ningún hilo suelto para que la selección se sienta lo más cómoda posible y lo más cercano al hogar. Primero en Le Havre y Valenciennes y ahora en Reims, donde este lunes disputará los octavos de final ante la favorita, Estados Unidos. Para salir de esa tensión y presión a la que están sometidas, Ángeles busca excursiones o visitas siempre que el seleccionador dé permiso. «Somos una gran familia. Estamos todos muy unidos pero llevamos seis semanas concentrados. Hacemos las cosas más fáciles a las jugadoras, pero necesitamos a veces salir de la rutina diaria y por eso buscamos actividades en las que podamos desconectar».

Experiencia previa

Francia es su primera convocatoria con la absoluta, pero ya tiene experiencia previa en la sub-19, donde se encontró con la ya denominada ‘Generación 98’: Aitana Bonmatí, Lucía García, Patri Guijarro, Nahikari... «El reencuentro con ellas fue bonito, y siempre comentamos anécdotas desde el cariño porque pasamos 21 día juntas y fue muy intenso. Me ven como si fuera un poco su madre, siempre me tratan con respeto». La cita fue hace tres años en Nueva Papúa-Guinea, donde llegaron a cuartos de final. «Fue una experiencia brutal». Allí estaba también la jugadora extremeña Carmen Menayo, lateral del Atlético de Madrid y ausente en esta ocasión. «Me encantaría verla en la absoluta, es un orgullo para nosotros, una chica que todavía tiene que dar mucho que hablar. Tiene que trabajar, es joven y lo está haciendo bien. Respeto las decisiones de Vilda y ahí no me voy a meter, pero está haciendo un papel importante en su club. Sin desmerecer a otras jugadoras, no tardará mucho si sigue trabajando».

Vicepresidenta de su federación, miembro del Comité de Fútbol Femenino de la española, jefa de expedición de la absoluta… Su vida es deporte 24 horas. También en casa, donde toma protagonismo con sus hijas, una futbolista en el Santa Teresa y otra judoca -Ángeles López- preparándose para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

En el tejido federativo su tarea no queda exclusivamente en un Mundial. Desde hace seis años, Ángeles lucha por el crecimiento del fútbol femenino a nivel nacional como lo hizo durante años en su tierra, donde llamó a todas las puertas posibles para igualar las condiciones de las niñas a los niños. La entrada de Rubiales y una nueva Junta Directiva le ha sentado bien a las mujeres que están inmersas en este deporte, dice. «Ha sido un cambio muy importante. En Canadá 2015 fui a despedir a las jugadoras al aeropuerto y nos encontramos con solo tres medios. Ahora estamos creciendo muchísimo y tenemos que celebrarlo. El cambio es abismal para el fútbol femenino». ¿El próximo objetivo? «Trabajar mucho la base, crecer en licencias y hacer que sea más competitivo».