Si Neo, esto es, Keanu Reeves, es El Elegido en Matrix , Antonio Bohigas González (Cáceres, 27-I-66) adopta equivalente papel en la refundación del Cáceres Club Baloncesto, el indiscutible equipo de su vida. Una extraña unanimidad ha rodeado su incorporación a una plaza, la de entrenador jefe verdinegro, a la que parecía destinado desde hace casi tres lustros.

A Antonio se le ha llamado siempre Ñete, seguramente para distinguirlo de su padre, del mismo nombre, que es uno de los dirigentes históricos del deporte local. En su familia siempre se ha respirado baloncesto: su hermano Carlos jugaba y el menor, Javier, también ha estado y está vinculado al Cáceres en distintas funciones relacionadas con la cantera. Todos se han criado en el templo colegial del deporte de la canasta en la capital cacereña, el San Antonio. Y Ñete ha sido el más implicado de todos ellos, primero como jugador del Cáceres y después como sempiterno ayudante --diez temporadas-- de los sucesivos técnicos que han ido pasando por el club en Segunda, Primera y ACB.

Una prospección sobre su carácter como persona y entrenador arroja resultados contrapuestos. "Va siempre a lo suyo. No suele pensar demasiado en los demás", reprocha una fuente anónima. "Es un gran tipo y un técnico preparadísimo. Se merece que al fin le den la oportunidad", dice uno de sus íntimos .

OBSESION POR LA CANASTA

Y es que el baloncesto es su auténtica y casi única pasión, aparte de su mujer, Prado, y los dos mellizos que son la alegría de la familia. El Cáceres es casi su obsesión. Todavía le fastidia enormemente que le piquen diciéndole que era un base más bien mediocre --especialmente afortunado en los triples desde ocho metros, eso sí-- y está convencido de que podría haber llegado más alto de aquella Segunda División.

En 1990 se retiró y empezó a ejercer de segundo de Martín Fariñas, que no le dio demasiada bola . "Le llamábamos El Cuchara porque ni pinchaba ni cortaba", cuenta un jugador de aquellos años sordos del baloncesto cacereño. Después llegó el mítico ascenso y la experiencia en ACB con desigual entendimiento con Fariñas, Manolo Flores o José Alberto Pesquera (más bien mal) y Manel Comas y Luis Casimiro (muy bien).

En cualquier caso, de todos aprendió algo mientras esperaba su momento. A menudo tuvo un papel clave en las decisiones que se tomaban a nivel interno y varias veces estuvo a punto de coger las riendas del equipo, pero nunca lo consiguió. Por entonces en la ACB se estilaba menos la fórmula Paco Olmos . El tópico que gira alrededor de que al de casa se le valora menos por serlo se estaba cumpliendo con creces.

BADAJOZ Y PLASENCIA

El regreso de Flores en el 2000 supuso su salida automática del club. Fue un momento duro para Bohigas, en una encrucijada decisiva de una carrera entonces incierta.

Sólo pasó unos meses en el paro. Su primera experiencia como entrenador jefe a principios del 2001, cuando no pudo salvar al Círculo Badajoz del descenso a la Liga LEB-2 --por muy poco-- tras suplir (ironías del destino) a Fariñas.

Los dos últimos años ha crecido en Plasencia con notables temporadas dirigiendo a plantillas limitadas, poniendo en escena un juego atractivo y a menudo espectacular.

"Ñete es muy amigo de sus jugadores. Tiene paciencia y es capaz de hacer un bloque con gente desconocida. Tácticamente se ve que ha pasado muchos años en la ACB y que estudia mucho a los rivales. Y cuando tiene que tomar decisiones, no duda. O al menos no lo parece". Así le define el ala-pívot Jorge Lledó, uno de los pilares del Plasencia subcampeón de copa y primero en la liga regular de la Liga LEB-2.

Cuando Juan Francisco Luis, en una decisión cantada desde hacía semanas, le encargó el pasado viernes la reconstrucción de la pasión baloncestística en Cáceres, no lo dudó: un hombre siempre es esclavo de sus sueños, sobre todo si lleva casi quince años teniendo el mismo.