Los deportes de motor se hallan de moda. A las florecientes pasiones por la Fórmula Uno, la tradición por el motociclismo y el seguimiento de los rallys se une el fervor que demuestran los extremeños por el motocrós. En la matinal de ayer, miles de aficionados de las dos ruedas no quisieron perderse la prueba puntuable para el Campeonato de Extremadura que se disputó en el circuito de Las Arenas de Malpartida de Cáceres.

La resurreción del circuito malpartideño parece un hecho y tras haber pasado muchos años en total inactividad, en los últimos años ha quedado al descubierto que el motocrós existe. Pero, sobre todo, que gusta... y mucho.

Moteros de localidades de la región no se quisieron perder el evento. Malpartida se ha convertido en el Jerez cacereño, centro de reunión para los amantes de las dos ruedas.

La prueba de ayer volvió a poner los pelos de punta a la afición con saltos estratosféricos y maravillas casi de ficción. Abrieron la función los más pequeños. Chicos con diez años de edad ya se inician en el motocrós, con unas formas prometedoras. Fue el caso del talaverano Angel Roa, que dominó con una segunda manga letal con su KTM de 65 c.c. En las categorías cadete y juvenil --85 c.c.-- hubo mucho igualdad, pero el gran sufrimiento se lo llevó la madre del cacereño Antonio Pérez, que vio cómo se fue al suelo en dos ocasiones y tuvo que retirarse. Antes otro piloto tuvo que ser desplazado por una ambulancia tras caerse.

Los aficionados echaron de menos al vertigionoso Christian López, que ganó hace un año en Las Arenas, pero su testigo fue recogido por Abraham Sauceda, que con una máquina en principio más limitada acabó imponiéndose. En los dos últimos obstaculos plantó las piernas sobre el manillar espectacularmente.

El único lunar llegó en el epílogo con la pésima educación de uno de los miembros de la organización con este diario. "Si quieres hablar conmigo háblame más alto que no tengo ganas de agacharme", dijo despóticamente cuando se le pidieron los datos clasificatorios. No todo el mundo supo estar a la altura. Por lo demás, chapeau .