Cacereño - 1: René, Oscar Prats, Gonzalo, Rives, Dieguito; Chapi, Lolo (min. 54, Mauri), Abel Segovia, Rocha; Luismi (min. 71, Sergio) y Alex.

Coruxo - 1: Alberto, Antúnez (min. 93, Quini), Yago, David Campos, Josiño, Richi (min. 85, Santi Domínguez), Aitor Pastoriza, Antón, David Pérez; Zurbano.

Goles: 0-1-Min. 16: Zurbano. 1-1-Min. 76: Chapi.

Arbitro: Arias Madrid (Ceuta). Amarillas a los locales Dieguito, Prats, Lolo y Abel Segovia y a los visitantes Antúnez, Richi y Yago.

Incidencias: Alrededor de 1.800 espectadores en el Príncipe Felipe. Minuto de silencio por la muerte del exdirectivo Juan Alvarado y el padre del exjugador verde Palomino. En la grada, el extorero Jaime Ostos y su mujer, Mari Angeles Grajal.

El Cacereño continúa con su peligrosa espiral de tropiezos en casa. Ayer, ante el Coruxo (1-1) volvió a ser mejor que su rival, al que dominó como si de un acoso y derribo se tratase, pero se estrelló contra la muralla gallega y pagó en forma de dos puntos de oro su enésimo ejercicio de falta de puntería como local.

14 córners a favor. Casi 90 minutos de asedio. Un palo a falta de ocho. Remates de sus centrales con la cabeza, con los pies y hasta si se terciaba con el hombro. No hubo manera. Todo fue en vano, con excepción del tanto de Chapi cuando la desesperación cundía ante la cruda realidad. En el fútbol la única estadística cuantificable en positivo es el número de goles a favor y en contra. Y ahí el Cacereño volvió a marrar con una actuación plena de despliegue y corazón, pero también de torpeza e infortunio en el remate ante la suerte suprema.

Tuvo el grupo de José Manuel Montes un tremendo desgaste a lo largo de los 90 minutos. Con una defensa de circunstancias, el equipo apuntó siempre hacia arriba, acuciado por la necesidad y alentado por su orgullo.

La primera parte, en realidad como el global del partido, fue un monólogo local. Tras un inicio de tanteo, el gol del gigante Zurbano (min. 16) al peinar un centro desde la izquierda puso el ejercicio especialmente complicado. Desde entonces no hubo otro conjunto que intentara el ataque que el Cacereño.

En un alarde de coraje, los verdes tuvieron cinco minutos en los que pudieron voltear el resultado. Especialmente cerca estuvo el gol en la cabeza del central Rives, que remató por dos veces a bocajarro: en la primera el balón rozó el poste y en la segunda se encontró con un paradón del guardameta visitante Alberto.

Después, el árbitro ignoraría un claro penalti sobre Alex, que iba a remachar. Precisamente por entonces el colegiado jugó un papel importante al no tratar con justicia las continúas pérdidas de tiempo de los gallegos, constantemente en el suelo, en especial Zurbano, un futbolista pívot que se ganó la enemistad de la grada.

El balón iba constantemente a la meta visitante, pero al Cacereño le faltó paciencia y último toque. Faltas y córners fueron una constante durante el desarrollo del juego. David Rocha, de nuevo de largo el mejor, estuvo a punto de empatar, pero su disparo se fue por poco.

El Coruxo tenía el choque donde quería. Atrincherados atrás, los gallegos apenas sobrepasaban el centro del campo. En realidad, no les hacía falta: los verdes se fueron ofuscando con el paso de los minutos.

SEGUNDA MITAD La segunda parte confirmó las sospechas de que aquello sería una misión casi imposible. Montes hizo los cambios ofensivos que hacían falta --Mauri, delantero, por Lolo, medio; y Sergio, que volvía tras su ostracismo, por Luismi-- pero aquello no funcionaba. El gobierno del Cacereño no se traducía en oportunidades. Antes al contrario: su fútbol se volvió espeso y estresante, al punto de no crear opciones.

Pero en el inicio del cuarto de hora final llegó la esperanza tras un centro de Dieguito rematado sin dejar parar el balón por Chapi (minuto 76). Al menos, el empate. Pero era poco, muy poco.

Con el público volcado con los suyos, el arreón final del Cacereño fue de auténtico órdago. Y ahí estuvo el partido, ya que se tuvo en la mano la conquista de los tres puntos. El fútbol hubiera hecho justicia con el protagonista si el lanzamiento de Rocha no lo hubiera escupido el poste (minuto 82). Después, el guerrero Alex --vaya futbolista que se está gestando ahí-- remató en un par de pintiparadas ocasiones sin éxito. No pudo ser. Al final, el empate es un botín muy poco valioso para los cacereños, que el domingo juegan ante el Universidad de Las Palmas, el más práctico como local del grupo.