En Durban, a orillas del Océano Indico, inicia hoy España la gran carrera. La carrera que le debe llevar a terminar con casi un siglo de frustraciones en los Mundiales. España aparece en el sur de Africa para debutar ante Suiza (16.00, Telecinco) y demostrar que no fue campeona de Europa por casualidad. Nunca antes, ni siquiera en las épocas donde la euforia irreal devoraba la realidad, tuvo la selección un grupo de jugadores tan bueno, tan competitivo y, sobre todo, tan acostumbrado a ganar.

Es la última en estrenarse y, por supuesto, quiere ser la última en marcharse del continente africano. Visto lo visto hasta ahora en el torneo, la candidatura de España es la más consistente. No necesita ni siquiera salir a jugar para que se haya producido un reconocimiento absolutamente unánime a su fútbol, bello, moderno y, al mismo tiempo, eficaz y contundente.

Hasta en Brasil, el país do futebol , andan embobados con España. Es el mundo al revés. Ellos son los europeos, los españoles son los brasileños. En Italia envidian la insultante juventud del equipo de Del Bosque (Joan Capdevila, Carles Puyol, Carlos Marchena y Xavi Hernández son los únicos que superan los 30 años). En Francia alucinan con la frescura que desprende el sincronizado juego español y en Inglaterra, Fabio Capello pagaría una fortuna por quedarse con el tercer portero de La Roja, sea Pepe Reina o Víctor Valdés.

UN EQUIPO, "UNA FAMILIA" Hasta los propios jugadores son conscientes de que volver a reunir una generación así es prácticamente irrepetible. Se tiene que dar una conjunción astral para que futbolistas como Xavi, Puyol, Casillas, Xabi Alonso, Villa, Torres, Iniesta, Piqué, Cesc y Silva, entre otros, se fusionen con tanta naturalidad. No hay nada artificial. Todo se ve auténtico. "Llevo 10 años en la selección", dijo ayer el capitán Iker Casillas. "Ver a jugadores con el talento de Xavi, Iniesta, Puyol, Piqué, Sergio y Cesc demuestra que se ha recogido el fruto del cambio generacional. Más que un equipo, es una familia. Da gusto ver jugar a esta selección", dijo el meta blanco.

Es un placer ver jugar a España, pero eso no garantiza el éxito. De Luis a Del Bosque se han roto barreras, pero se ha mantenido lo esencial. "Son dos entrenadores totalmente diferentes, pero Vicente ha sabido ser inteligente y ha dado con la tecla. Pero mal haríamos en pensar que todo se gana con la gorra. Bueno, ya tenéis ahí el titular", dijo bromeando con esa frase que resume el espíritu de la selección, tejido con paciencia franciscana durante dos años por Vicente del Bosque, un entrenador cuidadoso con la grandiosa herencia recibida de Luis (le dejó un campeón de Europa), por lo que ha introducido pocos retoques, pero básicos. Donde antes estaba Marchena ahora emerge Piqué, un central imperial. Y donde antes corría Senna, anda Busquets, un prodigio de centrocampista.

SIN RIESGOS Igual en el primer día no está Andrés Iniesta, recién recuperado de un problema muscular. Mata es la alternativa. "No solo pensamos ante Suiza sino en más lejos", explicó Del Bosque, insinuando que no quería correr ningún riesgo con el centrocampista azulgrana.

Ansiosos todos por debutar, impacientes de demostrar que el camino recorrido, salpicado por innumerables elogios, tiene una verdadera razón de ser. España es favorita de verdad. Candidata en serio.