El ciclismo acabará el año 2002 inmerso en la peor crisis de patrocinadores de toda la historia. No hay ninguna gran empresa europea que invierta un euro en un deporte que, según los datos de audiencia televisiva, ocupa la segunda posición por detrás del fútbol. Desgraciadamente, la mayoría de firmas comerciales sólo quieren oír hablar del Tour. El resto de la temporada apenas les interesa. Las denuncias por dopaje tampoco animan el panorama a la hora de invertir.

Ninguna firma de renombre internacional irrumpe en el horizonte ciclista. La mayoría de figuras que esta temporada han acabado contrato siguen sin equipo, o han tenido que reducir drásticamente sus pretensiones económicas para poder fichar. El ejemplo español es patético. Para el 2003 sólo se incorpora una nueva formación. Se llama Labarca 2-Baqué y nace de la fusión entre una constructora vallisoletana y una empresa familiar de cafés. Pero no es la solución. Será sólo un equipo modesto cuyos corredores apenas superarán los 24.000 euros brutos (cuatro millones de pesetas) en sus contratos anuales. Equipos así sirven para promocionar nuevos corredores, para dar oportunidad a la cantera, pero no son competitivos, en las grandes citas del calendario mundial: Tour, Vuelta y Giro.

MALAS PERSPECTIVAS

Otra mala noticia se producirá a finales del 2003. Banesto, sin lugar a dudas el equipo más popular a nivel español, gracias, todavía, a los triunfos de Miguel Induráin y Pedro Delgado, concluirá su patrocinio, que nació a mediados de 1989. El equipo bancario, que el próximo año volverá a denominarse ibanesto.com, dejará el pelotón. El anuncio, que se produjo a principios de otoño, ató las manos de José Miguel Echávarri, mánager de la formación, quien al no disponer de la seguridad de un patrocinador más allá del próximo año, no pudo pujar, hasta donde deseaba, para contratar a Oscar Freire y a Aitor González, dos de los españoles con mayor gancho.

"El banco nos ha prometido la ayuda para buscar un nuevo patrocinador", explica Echávarri. De momento, sigue esperando. Pero un comentario ya recorre el pelotón. Si él no encuentra nada, es que el panorama está muy negro.

Los equipos españoles han cerrado filas en favor del Kelme. Todos conocen las irregularidades que ha cometido esta formación al afrontar los compromisos salariales tanto con sus corredores, como con sus auxiliares. Aún hay deudas pendientes, pagos a la seguridad social y a Hacienda, y las nóminas siguen retrasándose. El Kelme está pendiente de la ayuda institucional. La Generalitat valenciana es el único soporte.

Los problemas de patrocinio de todo el deporte en general se notan más en esta especialidad. Los equipos ni reciben gratificaciones por las entradas, al no disputarse las pruebas en ningún recinto cerrado, ni obtienen beneficios por los derechos televisivos. Esta es otra guerra. Los responsables del Tour, el Giro y la Vuelta se niegan a discutir este tema con los responsables de los equipos. "La pega es que las casas vienen y se van, y por lo tanto no hay un interlocutor válido a la hora de exponer nuestras peticiones", afirma Echávarri. Las grandes competiciones sólo pagan las dietas de los corredores y facilitan hoteles y gasolina gratis.

LA CURIOSIDAD

Por eso, algunas veces se dan situaciones tan peculiares como las de ver partir a un ciclista lesionado que abandona a los dos kilómetros de haber iniciado una etapa. Sólo ha tomado la salida para que su equipo pueda percibir la dieta del día.

"El problema es que se ha perdido el romanticismo. En mi época se invertía para participar. Ahora sólo vale el ganar. Y sólo uno lo consigue. Los departamentos de márketing, que tampoco existían cuando yo empecé, sólo exigen resultados", afirma Pedro Delgado. El vencedor del Tour de 1988 asegura que el problema radica en que ahora las empresas no asumen riesgos.