La noticia baloncestística de la semana en Cáceres ha sido la confirmación de la marcha de Paula Ginzo Arantes (Santoña, 16-2-1998) del Nissan Al-Qázeres Extremadura, todo hace indicar al Gernika. Desde su casa familiar de Ourense --siempre destaca que se siente gallega-- hace balance de sus dos temporadas en el equipo extremeño de la Liga Femenina Endesa, dejando claro que se va muy satisfecha.

-¿Cómo se siente?

-Muy agradecida a cómo se ha recibido mi anuncio de dejar Cáceres. La gente podía haber dicho que no le parecía bien, pero se abstuvo de ello y se centró en animarme a mí y desearme la mayor de las suertes. Me refiero al club, a las compañeras y sobre todo a los aficionados. Los mensajes de cariño han sido muchísimos.

-¿Cree que era un paso lógico en su carrera?

-En mi forma de pensar, sí: seguir descubriendo dónde está mi techo. Otras personas pueden pensar que no, pero cada uno hace lo mejor que cree para sí mismo. Es un movimiento que tengo que hacer sin menospreciar a nadie. Además, no me gusta decir «adiós», porque quién sabe lo que pasará dentro de unos años. Sé que no me encontraré en ningún sitio más cómoda que en Cáceres.

-¿Ha estado a gusto en el papel de líder, pese a ser tan joven?

-Yo creo que no es lo que hacía. Es algo que aún no me toca. Ojalá poder ser líder algún día porque tenga las capacidades suficientes. Pero esa figura para mí es algo diferente. Yo lo que he hecho ha sido echarme responsabilidad y el equipo encima, no ya solo jugando, sino en los entrenamientos. Con apenas 21 años he sido la capitana con una responsabilidad que a veces no sabía gestionar, pero es algo que también me ha hecho madurar más. No me quedaba otra. Estoy agradecida por la apuesta que se hizo por mí.

-¿Con qué temporada se queda de las dos que ha estado en el Serrano Macayo?

-Con la segunda. Deportivamente ha sido más complicada que la primera, cuando me afectó bastante el cambio de entrenador, que me descolocó un poco. Pero dentro de la pista he estado más cómoda en este último año, aunque nos ha faltado gente más madura, que llevase más tiempo en esto. Ha habido momentos muy duros, de llorar después de los partidos, sintiéndome responsable de los malos resultados, pero también he sido más feliz. Mis entrenadores, mi ‘fisio’, el ‘prepa’ y mis compañeras hemos sido más piña, más familia. Nadie tenía ningún ego. Todas éramos jóvenes, que tenía una parte mala, pero también la buena de que todas veníamos a hacerlo lo mejor posible por el equipo. Eso me ha dado mucha tranquilidad.

-¿Está convencida de que el equipo se hubiese salvado de continuar la temporada?

-Dudas siempre ha habido, pero nunca llegamos a estar en posición de descenso. Cuando la competición se interrumpió no estábamos en una dinámica mala. Estábamos extramotivadas, yo por lo menos, y mis compañeras también. Me da rabia porque no me ha gustado despedirme así, sin estar enfrente de la afición, y porque me gusta merecerme las cosas. No quiero decir que no nos lo mereciésemos: nos hubiésemos salvado, pero hubiese preferido estando en la pista.

-¿Qué ha aprendido en Cáceres durante este tiempo?

-Hay muchísimas diferencias respecto a la jugadora que vino del Estudiantes hace dos años. Me he sentido con mucha responsabilidad y eso me ha dado un punto de madurez necesario. No han sido años difíciles, pero tampoco fáciles. Nos lo hemos tenido que currar. Me he hecho jugadora de verdad, jugadora de esta liga. Lo he pasado mal, pero eso me ha ayudado a ser quien soy ahora. La lesión fue algo malo, pero me dio una lección de vida que nunca olvidaré.

-¿Qué le falta por mejorar aún?

-¡Muchas cosas! El nivel de la competición está subiendo muchísimo cada año. Necesito muchísima más experiencia. Aunque pienses que lo haces mejor que otras jugadoras, ya por años te van a ganar. Táctica y técnicamente puedo sacar una lista larguísima de cosas que tengo que mejorar todavía. Y puedo asegurar que lo he trabajado desde el primer día de confinamiento.

-¿Cómo vive el confinamiento?

-Ha sido una montaña rusa. Días de levantarme cantando y sonriendo y otros de pensar que todo era un desastre. He hecho también mucho trabajo psicológico y eso me ha ayudado a relativizarlo. La primera fase la viví en Cáceres y tenía menos espacio para hacer mis entrenamientos, yo que soy una persona que no se puede quedar en casa. Luego me vine a Galicia por equis motivos personales y estoy mejor con mi familia, que estaba preocupada por ellos, con más posibilidad de corretear y demás.