La vida tiene momentos que no se pueden contar y casi ni se pueden plasmar en palabras. Hay que vivirlos, contemplarlos, acariciarlos. A miles de kilómetros de distancia, Gio Zarfino, corazón uruguayo del Extremadura, tiene a casi todos sus seres queridos. Casi todos, ya que en casa siempre le esperan Fío y Rafaela, su mujer y pequeña. Pero tres cuartos de su corazón, están siempre lejos. Ayer, cuando el charrúa se dirigía a los medios de comunicación en sala de prensa de la ciudad deportiva, giró el pomo de la puerta y apareció la figura de alguien muy especial: «¡Chiqui! Pero vos que hacés aquí», exclamó Gio.

Tiene 58 años. Se llama José y le apodan Chiqui. Es hermano de la abuela de Gio, su tío-abuelo que diríamos en España. Tiene síndrome de Down y es, muy posiblemente, una de las personas más importantes en la vida de Zarfino. Tanto, que el de Montevideo tiene tatuado en su pierna su rostro. Tanto, que ayer al verle por sorpresa rompió a llorar como un niño pequeño delante de todos sus compañeros, quienes habían sido cómplices de la sorpresa junto al padre de Gio, Daniel Zarfino.

«Esto para Gio es mucha energía. Ver aquí al Chiqui con él, que pueda disfrutar de lo que es el Extremadura y el fútbol en España, le hará muy feliz».

La estancia será por algo menos de un mes. «Veremos hasta tres partidos. Yo ya estuve en una ocasión, pero el Chiqui viene por primera vez», decía todavía cansado tras doce horas de vuelo y cuatro de carretera.

Zarfino, tercer capitán del equipo tras Willy y Aitor, coló al Chiqui dentro del vestuario. Los jugadores lo vistieron del Extremadura y le firmaron una camiseta. Manuel, el técnico, le dijo: «Chiqui, si tú eres importante para Gio Zarfino, eres muy importante para nosotros». Y el vestuario rompió en aplausos. Un botón de muestra más de la unión que se ha creado en el equipo tras el último mes de competición.

Prudencia

Ante el micro, Zarfino marcó el principio de prudencia como norma para encontrar el objetivo: «hemos hecho mucho, pero no logramos nada. Aún no tenemos el objetivo y hay que saber eso. Si ahora nos paramos, un triunfo no servirá de nada. Decía un preparador físico que tuve que es mejor festejar poco, pero muy seguido».

Para Zarfino, «el trabajo y la unión son claves en este Extremadura. Aquí hay gente que tira para adelante en los momentos malos. Ya lo vimos el año pasado».

El uruguayo no es uno más. Es un tipo con peso y que tiene el respeto de la afición y la ciudad. Lo saben sus compañeros. Y lo sabe su familia: «Sabemos el cariño que le tenéis. Y eso, nos hace muy felices», relata su papá.