Atesora ya cuatro títulos mundiales, de todas las categorías en las que ha corrido: 125cc (2010, Derbi), Moto2 (2012, Suter) y dos de MotoGP (2013 y 2014, Honda). Tiene solo 23 años y, en el 2013, su primer año en la categoría reina, se convirtió, sustituyendo al mítico piloto norteamericano Freddie Spencer, en el mejor novato de la historia y, por tanto, en el campeón más joven de MotoGP. Si este domingo, o el próximo, o el siguiente, o el otro… se sube al podio, sumará su cajón nº 50 en MotoGP y será el piloto más joven de la historia en lograrlo, sustituyendo al mismísimo Valentino Rossi. Y es que Márquez puede ganar en la gira asiática (Japón, Australia y Malasia) su tercer título grande en solo cuatro años.

-Cuándo ganaba en las categorías inferiores, ¿pensaba que MotoGP le resultaría tan fácil como ha sido? Nadie podía imaginar que esto fuese así, que estuviésemos a punto de ganar el tercero de los cuatro títulos que hemos disputado tras debutar en MotoGP. ¡Yo no me esperaba ganar ni siquiera el primer año! Mi primera sorpresa fue estar a la altura de mis ídolos, así, de entrada. Porque una cosa es llegar, hacerte a la categoría y, otra muy distinta, ganar. Nadie se esperaba eso, ni siquiera Honda cuando me fichó podía imaginar que ganásemos el título en mi primer año. ¡Imagínese tres! Y lo más importante: siempre hemos estado entre los tres primeros, en ensayos, en carrera y en el Mundial.

-¿Y usted tiene una explicación a esa precocidad, voracidad y éxito? No, no, no le encuentro una explicación. Llegas y ganas. No sé, no lo he pensado demasiado. Llegué con muchísimas ganas y, de entrada, me encontré una moto ganadora, a la que me adapté muy bien. Aquella Honda (2013) era muy buena. Luego, han venido algunos años complicados, como este y el pasado. ¿Explicación? Me gustaría mucho tenerla, pero no la tengo, de verdad. Me gustaría pensar que me he entrenado de una manera especial, hice esto o aquello distinto… Pero no, desde el primer día que me subí a la Honda, en Valencia, ya fui rápido, muy rápido.

-Y, encima, con un estilo que muchos critican porque, dicen, es innecesariamente agresivo. Bueno, sí y no. Cada uno tiene su estilo. Tú puedes ganar siendo muy agresivo y también puedes ganar con un estilo más suave, como el de Jorge Lorenzo. Al final, lo que cuenta es la mentalidad del deportista y no solo en las motos. Yo vivo por y para las motos. Todo lo que hago, lo hago pensando en las motos, en entrenar, en correr, en ganar... La moto está todo el día en mi cabeza. Si me voy de fiesta, pienso en las motos, en que al día siguiente he de entrenarme; si hago otra actividad deportiva, pienso en las motos y voy con cuidado; ¡Ojo con esto que me perjudica; cuidado con aquello que no me interesa… Mi vida está condicionada por las motos.

-Los hay que corren para perdurar, para hacer historia y usted parece correr para divertirse. Si le dijera que corro solo para divertirme, le mentiría. Claro que me divierto sobre la moto; claro que pienso que, si quieres ganar, has de divertirte en la moto, pasártelo bien, pero hacen faltan otras cosas para poder ser competitivo, ganar carreras y aspirar al título mundial. Pero, sí, divertirte es vital. Si te diviertes, todo lo demás vendrá rodado. Va todo enlazado. Cuando te diviertes es porque disfrutas en la pista, es porque ganas. Si te diviertes pero no ganas, ya no te diviertes tanto.

-Tal vez por eso, ha escogido usted mismo, mimosa y cuidadosamente, a sus técnicos y mecánicos. Para mí es vital estar a gusto, contento, motivado, saber que me lo puedo pasar bien en el circuito. Por eso me rodeo de mi gente, de mi equipo y parte de mi familia. Lo que no quiero es venir aquí como si fuese una obligación, un trabajo. Tu predisposición a pasártelo bien, el clima del equipo, la atmósfera del circuito, el ambiente del paddock, te ayuda a subirte a la moto con ganas, motivado porque todo el mundo tiene la misma ilusión de que todo salga bien. Todo eso forma parte de tu disposición a divertirte, a pasarlo bien, pero tienes que ganar. Porque también hay momentos, muchos, que sufres, que no te salen las cosas y, en esos días, no te diviertes nada.

-¿Es vital para usted que sus mecánicos sean amigos, muy cercanos? Ayuda mucho, pero más a largo plazo. Ahora que ya llevamos tres años juntos, lo estoy disfrutando más. Pues en mi primer año en MotoGP (2013) gané el título con el equipo de Casey Stoner, más mi técnico de confianza, Santi Hernández. Sin él no hubiese fichado por Honda. Y, sí, es verdad, el equipo te ayuda, dentro y fuera del circuito, a mantener la motivación, la mentalidad ganadora, la ambición, la alegría, pero teniendo en cuenta que, de jueves a domingo, hay que cambiar el chip, pues es trabajo, disciplina, profesionalidad, empuje. Somos amigos, pero todos sabemos dejar el cachondeo en las puertas del circuito.

-La familia también cuenta mucho. La familia, los amigos, todo lo que rodea tu vida fuera de los circuitos te sirve para algo muy importante: mantener la estabilidad en el día a día, que todo sea lo más natural posible. Ya he dicho que, dentro del circuito, mi familia es mi equipo.

-¿Qué aprendió del enfrentamiento vivido con Valentino Rossi al final del último Mundial de MotoGP? Siempre aprendes, sobre todo coges experiencia que, en este mundo, es muy importante. Es una gran verdad que de los errores se aprende. Yo cometí muchos a inicios de temporada, que luego arrastré todo el año, me pesaron mucho. No es lo mismo estar a 50 puntos del líder, que estar ahí, peleándole el título.

-¿Todo eso le hizo más fuerte? Digamos que aprendí mucho. Especialmente a observar, pues vi cosas, situaciones, que no había visto nunca. Me hizo ver lo que no había visto. No del motociclismo, sino de este mundo. Que no todo depende de ti, que hay muchos factores, muchas cosas ajenas a la pista, que tienes que saber gestionar bien. Y hay cosas que se te escapan de las manos, así que lo mejor es ir a lo tuyo.

-¿Qué es lo que más le dolió? Bueno, digamos que entendí a muchos otros pilotos de la historia. Tú puedes ser mejor o peor en la pista, pero tienes que ser tú, defender tu estilo, ir a muerte con los tuyos. Aprendí que, cuando ganas, los piropos te llegan solos y en gran cantidad; y cuando pierdes u ocurren incidentes como esos, hay muchos, apostados con el arma cargada, para dispararte, para hacerte tambalear. Esa fue la mejor lectura de todo.

-Si algún día, que todo puede ser, tiene el poder que tiene Valentino Rossi, especialmente fuera de la pista, ¿tratará de no comportarse así? ¡Ojalá dentro de unos años pueda ser como Valentino, llegar a su mismo nivel. Eso demostraría que mi carrera como piloto ha sido todo un éxito, pues lo que ha hecho Vale es muy difícil de igualar. Cada uno somos como somos y gestionamos las situaciones como buenamente podemos y sabemos. Desde luego, tengo muy claro que intentaré no cambiar este tarannà (estilo) que me caracteriza, ni mi sonrisa. Intentaré que ciertas situaciones no me influyan en la manera de comportarme.

-Hay que saber utilizar el poder que uno tiene en su mundo, ¿no? Bueno, todo depende del poder que tengas, que hayas adquirido, que te hayas ganado año a año. El mejor sitio para adquirir poder es la pista. Si eres rápido en la pista, si ganas, todo es más fácil fuera de ella. Pero, al final, tienes que ser tú, no cambiar, no dejarte influir por ciertas situaciones, comentarios o personas y mantenerte rodeado de los tuyos. Porque lo que sí tengo claro es que una cosa es tener poder y otra, muy distinta, utilizarlo contra alguien.

-Pese a todo, usted ha seguido con su pilotaje, jugándosela en las carreras y momentos que debía. Si quieres ser campeón has de arriesgar, siempre hay que arriesgar. El problema es saber cuándo puedes, cuándo debes y no equivocarte. Todos arriesgamos. Mire a Vale, que todo lo que arriesgó el año pasado, le salió bien; y este año, en situaciones parecidas, le sale mal. Y a mí, este año, me sucede al revés.

-¿Tiene prisa por ser campeón? Ninguna. Tuve prisa en el 2014, cuando había ganado diez carreras seguidas, y lo acabé ganando por la ventaja que llevaba, pues pude perderlo por las ansias de acabar cuanto antes. Está claro que este título no se me puede escapar, pero hay que tener paciencia. Todos lo ven muy fácil, pero nadie piensa qué ocurrirá si sufriese aquí, en Japón, una lesión. Me podría perder las dos próximas carreras, que van seguidas. Así que seamos prudentes.

-¿Qué le gusta de Rossi y que le encantaría tener de él? Es admirable lo que está haciendo Valentino. La rivalidad es una cosa, pero lo que está haciendo, con 37 años, es increíble. Y a la velocidad que lo hace. El año pasado, quizá, no era el más rápido, pero este año, lo he dicho muchas veces, es de los más rápidos y, a menudo, más veloz que yo. Y eso es de valorar. Valentino es muy completo, mucho, en todas las situaciones y, por tanto, me gustaría tener parte de su experiencia.

-¿De Lorenzo, el tricampeón? De Jorge me gusta algo que a muchos no les gusta o que, a menudo, crea polémica: que siempre es él mismo. Lo que valoro de él es, tanto dentro como fuera de la pista, el tarannà ese que gasta, que mucha gente no traga, lo mantiene contra viento y marea. Siempre es sincero, siempre dice lo que piensa y, dentro de la pista, pilota como cree que debe pilotar. Me quedaría con ese martilleo y regularidad, con su vuelta a vuelta cuando tiene su día.

-¿Y de su compañero Pedrosa? Me sorprende que la gente lo dé por acabado, pues él sigue estando ahí. Ya ve, ha vuelto a ganar, un año más, al menos un gran premio. No es fácil convivir con un compañero que gana y lidera el Mundial, en una marca como Honda, pero Dani nunca pierde la fe. Me gustaría tener la capacidad que tiene Pedrosa para entender la moto; cierto, cuando no tiene la moto perfecta, le cuesta un poquito más, pero creo que esos problemas son producto de su físico, que le limita en el pilotaje. Cuando Dani tiene el día, olvídate, te gana.

-Me explica, por favor, cómo puede salvar las caídas que salva. No, lo siento, no se lo puedo explicar. ¡Ni yo lo sé! Siempre digo que es suerte. Muchos piensan que es una mezcla de habilidad y fuerza, pero no, es suerte. Claro que cuando salvas tantas, una, dos, tres, cuatro, cinco… algo haremos bien, al entrenarnos, que nos sirve luego para salvar esas caídas.