España parece haber encontrado la solución a los males que le afligen en estos Juegos --desasosiego, inquietud y cierto pesimismo ante la falta de medallas a estas alturas-- en el trabajo en equipo. Es una terapia que empieza a funcionar. Los triunfos de las selecciones de baloncesto masculino y femenino, del hockey masculino, del balonmano masculino, del doble de tenis femenino, de la siempre competitiva selección de waterpolo, la marcha a toda vela de las embarcaciones del 470 masculino, del 49er y también del Finn empiezan a despejar de nubarrones el negro horizonte que se cernía sobre el equipo.

Las comparaciones, a veces, resultan odiosas, pero la hemeroteca demuestra que, a estas alturas de la competición, es decir, cuando se enfilaba el sexto día de los Juegos, el equipo español sumaba ya tres medallas en Sydney hace cuatro años. Ahora sólo lleva una, cuando ya había calado con fuerza la idea en la opinión pública de que en estos Juegos, España estaría muy por encima de la cita australiana.

LA VELA, EN BUEN RUMBO Los buenos resultados de los equipos han venido a cambiar esa dinámica, pero existe cierta ansiedad entre los dirigentes españoles porque se plasmen cuanto antes en el medallero esas conquistas. Habrá que ser pacientes. Al menos, un día más. Rafa Trujillo, segundo clasificado en la clase Finn, parece en disposición de abrir las puertas a un nuevo estado de ánimo. Sólo le queda la regata de mañana para subirse al podio, y a su estela parecen colocarse las componentes del 470 femenino, Nat lia Via-Dufresne y Sandra Azón, que ayer ascendieron del cuarto al segundo lugar en la general, y también los del 49er, Iker Martínez y Xabi Fernández, de momento cuartos tras dominar la regata de la mañana.

Esa vía de optimismo la ratifican los chicos del baloncesto, que ayer confirmaron su acceso hacia los cuartos de final tras una victoria frente a Italia (63-71) que demostró su capacidad de sufrimiento.

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