Este es uno de los días más importantes y más especiales de mi carrera", proclamó Rafa Nadal, que dejó claro que para él este trofeo significaba mucho más que encabezar de nuevo el ranking mundial. "Mi objetivo principal es ganar Wimbledon o el US Open, más que ser el número uno", sostuvo en rueda de prensa una vez bajada la adrenalina y haciendo gala de una emoción contenida más propia de un nórdico que de un latino.

Las lágrimas las soltó todas en la cancha. Fueron lágrimas de "felicidad y satisfacción personal", pero también la vía por la que descargó "los nervios y la ansiedad" acumulados ante un torneo que significaba mucho para Nadal. Roland Garros no era solo la revancha sobre el jugador que le eliminó el pasado año. Era una especie de prueba de fuego para pasar definitivamente página a los "momentos difíciles", 11 meses con problemas físicos y sin ganar un título durante los que confesó haber tenido "dudas" y que ayer le hicieron saborear aún más la victoria.

Aunque le invadió un sentimiento agridulce cuando recordó a Asunción Estruch, la doctora de la federación de tenis y del equipo de natación sincronizada, fallecida la semana pasada víctima de un cáncer. Estruch ha acompañado a Nadal en numerosas ocasiones, especialmente en los Juegos.

La voluntad de Nadal de reconquistar en París para recibir la inyección de moral que necesitaba se respiró en el público, que le animó con una vehemencia poco habitual en Roland Garros. En este ambiente algo eléctrico, las nubes y la brisa no le descorazonaron. "He jugado mi mejor tenis, si no hubiera sido imposible ganarte", le dijo a Soderling tras recoger el trofeo. "Merci beaucoup (muchas gracias)", lanzó Nadal en un guiño que supo apreciar el público francés, esta vez más dividido que cuando disputó la final contra Federer, favorito de los parisinos. "No tengo facilidad para los idiomas, pero hace tiempo que perdí la vergüenza", confesó.

Para mantener la concentración, de momento, nada de celebraciones. "Esta noche voy a descansar. Mañana (por hoy) tengo entrenamiento en Queens; las fiestas, en Mallorca este verano". Muy satisfecho con su juego táctico y con su buena forma "física y mental", Nadal no quiso caer en la autocomplacencia. "Esto es más que un sueño, es increíble, pero sería muy arrogante decir que soy el mejor de la historia, eso se verá al final de mi carrera, y en cualquier caso no soy yo quien debe decirlo", sostuvo.

De halagar su buen juego se encargó su rival, que demostró tener el mismo fair play que Federer: "Cuando Rafa juega tan bien tienes que tener muy buen día para ganarle".