España jugará a partir de mañana un nuevo papel entre las grandes selecciones de la canasta continental en el Europeo de Suecia como favorita de favoritas para acabar con la hegemonía que la antigua Yugoslavia ejerce desde 1989 en el escalón más alto del podio continental.

La condición de candidata al oro que desde todos los ámbitos se concede al equipo del debutante Moncho López es fruto de un largo y metódico trabajo desarrollado durante los últimos diez años. De momento, los resultados de toda esa labor se han visto reflejados en la clasificación oficial de selecciones de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA), elaborada de acuerdo a la trayectoria de cada una de ellas desde 1993, donde España ocupa la primera posición. Ahora, falta ratificarlo.

Lo más significativo es que los pronósticos de los especialistas coinciden con las aspiraciones de los internacionales españoles. La palabra oro ya no causa estupor entre los jugadores y técnicos que van a defender el pabellón rojo y amarillo en Suecia. Es más, se ha convertido en el objetivo de todos ellos, pero no desde la ingenuidad ni desde la prepotencia.

España, la España del 2003, aúna las dosis justas de juventud y veteranía, de experiencia y atrevimiento, de calidad técnica y equilibrio táctico que distinguen a los grandes bloques y, todo ello, regado con la omnipotente presencia de Pau Gasol, la respuesta española al Tony Parker francés, el Predrag Stojakovic de Serbia y Montenegro, el Hidayet Turkoglu turco, el Andrei Kirilenko ruso o el Dirk Nowitzki alemán, emblemas marcados con el logotipo de la NBA en sus respectivos países.