ESPAÑA Pau Gasol (19), Rudy Fernández (8), Juan Carlos Navarro (26), José Manuel Calderón (9) y Marc Gasol (7) -equipo inicial-, Felipe Reyes (3), Ricky Rubio, San Emeterio (2), Sergio Llull (3), Claver, Víctor Sada e Ibaka (9).

ESLOVENIA Lakovic (3), Muric (4), Z. Dragic (2), Begic (10) y Lorbek (7) -equipo inicial-, Slokar (4), Ozbolt (6), Rupnik (2), Smodis (6), Udrih, G. Dragic (14) y Jagodnik (6).

ARBITRO: Christos Christodoulou (GRE), Ilija Belosevic (SRB) y Olegs Latisevs (LET). Sin eliminados.

MARCADOR POR CUARTOS: 16-23, 35-31, 71-45 y 86-64.

Pau Gasol desvaneció las tinieblas iniciales. Las dudas que someten a cualquier equipo en la hora de la verdad. Y Juan Carlos Navarro se convirtió en el brazo ejecutor, en el despiadado verdugo de Eslovenia (86-64) en los cuartos de final con una de esas actuaciones que engrandecen la leyenda de un jugador.

Los 19 puntos y 16 rebotes del pívot de los Lakers y también los 26 puntos del jugador del Barça (17 en el tercer período) abrieron un abismo insalvable entre un buen equipo y un "superequipo", como se atrevió a resumir al final Bozidar Maljkovic, el técnico esloveno, rendido a la genalidad de su rival.

España selló el primero de sus objetivos en Lituania: la clasificación segura para el preolímpico. Aunque este equipo quiere más. Mucho más. "Era el primer reto. Pero queremos lograr el siguiente, que es la clasificación directa para los Juegos y también queremos el oro", proclamó Navarro, uno de los héroes en el Kaunos Arena.

36 PUNTOS EN 10 MINUTOS Enganchados al talento de sus dos estrellas, a la estela de Pau Gasol y también de Navarro, esa pareja mágica que surgió a la sombra del Palau Blaugrana, la selección volvió a maravillar (86-64) para plantarse en el camino del podio, el único premio que puede hacer justicia a una generación asombrosa, que ayer, con su triunfo, logró su séptima semifinal seguida en un Eurobasket, desde 1999.

Eslovenia se quedó ayer en la cuneta de cuartos, vapuleada por un equipo que es capaz de jugarse pasar por encima de cualquier rival, como confirmó en una segunda parte excelsa, especialmente en un tercer cuarto sublime en el que anotó 36 puntos y dejó a su rival atónito y sin respuesta.

En esos segundos 20 minutos, la selección expió el pecado del sufrimiento que acarreó a los aficionados españoles con una mala puesta en escena, en la que acusó cierta falta de tensión y también mostró algunos nervios, y sobre todo expió el pecado de las dudas que transmitió, a pesar de que, desde la segunda fase, se mueve de recital en recital.

APUESTA ATREVIDA No solo hay que culpar a los jugadores de Scariolo de los apuros que vivió la selección hasta que consiguió encontrarse cómoda sobre la cancha. También merece crédito el planteamiento de Maljkovic, una apuesta atrevida para un conjunto que saltó a la cancha sin presión y que no tenía nada que perder. Eslovenia le jugó de tú a tú a España. Aceptó la apuesta de la velocidad, con la que mejor se mueve el equipo de Scariolo. Le discutió la pelea por el rebote, al menos hasta el descanso. Buscó las acciones interiores, intentando forzar las faltas de Pau y Marc Gasol. Y su planteamiento le llevó a dominar hasta por ocho puntos en el primer cuarto y a mantenerse en el pulso hasta el descanso (35-31). Pero después, ni la pizarra de Maljkovic consiguió parar el aluvión de baloncesto que se produjo.

En el segundo cuarto, España ya encontró el tono defensivo que buscaba y limitó a ocho puntos a Eslovenia para darle la vuelta al marcador (35-31). Pero en la reanudación llegó la excelencia ofensiva que se espera de un conjunto de tanto talento. La encontraron primero Pau Gasol, autor de los cuatro puntos iniciales, y después Navarro que sumó 17 puntos en 10 minutos.

!Es la historia de siempre cuando tengo a Navarro delante. Me saluda antes del partido y luego me mete 26 puntos, es único", admitió Maljkovic, entregado al genio de la Bomba .

"En el primer tiempo, hemos actuado a un buen nivel, pero después han castigado cada uno de nuestros errores", añadió.

Un parcial de 19-2 (del 35-31 al 54-33) fue la consecuencia de la actuación depredadora de España, que no paró y siguió ahondando en la herida de la mano de los triples de Calderón (sufrió un esguince sin importancia, que le obligó a retirarse) y de Rudy, hasta que Eslovenia alzó la bandera blanca de la rendición. Solo entonces Scariolo se permitió el lujo de jugar los últimos minutos con un quinteto totalmente inusual con Sada, Llull, San Emeterio, Claver e Ibaka, consciente de que aún quedan dos batallas que ganar.