Tercer lunes de enero. Blue Monday. O lo que es lo mismo, el día más triste del año. Contagiados por la fórmula con la que Cliff Arnal decretó la jornada menos jovial de los 12 meses, España se presentó sin ideas ni intensidad al encuentro que le debía dar la clasificación para las semifinales del Europeo. Pero supo revertir la situación a tiempo y, tras superar a Bielorrusia (28-37) , ya espera rival en la lucha por las medallas.

El inicio del encuentro fue un avance de lo que sería la primera mitad. Tres errores en el lanzamiento de España y dos latigazos desde el exterior de los bielorrusos dejaron noqueada a la selección. No había rastro del ataque español, ni de la garra de otros encuentros. Tampoco funcionaba la defensa. El día de la verdad, los 'Hispanos' olvidaron su balonmano. Y con los papeles cambiados, la selección de Iouri Chevtsov pareció tener mucho más en juego que la de Ribera.

Circulación sin brío

Más que táctica era el ritmo, que carecía de velocidad. El balón circulaba sin brío y se olvidaba de entrar entre los tres palos. En defensa, las incursiones rivales hundían a los hombres de Ribera para luego fusilar a Gonzalo desde la distancia. Un grito del propio guardameta pareció contagiar a los suyos en ataque pero no sería hasta el minuto 12cuando España lograría empatar la contienda. Porque nadie fue capaz de interpretar, entender o acatar lo que el encuentro reclamaba. Y los bielorrusos se encontraron más cómodos que en el patio del colegio.

La oscuridad en ataque propició el primer cambio de Ribera. El seleccionador entendió que para cosechar algo diferente debía mover ficha y decidió subir la defensa a un 5:1. Con ello, logró cortocircuitar la primera línea bielorrusa y hacer que los suyos recuperaran la confianza al contragolpe.

Cruzado el ecuador de la primera mitad, los 'Hispanos' lograron situarse por encima en el marcador. A partir de ahí, todo se tradujo en un intercambio de golpes ante el cual España se sintió a gusto. Los tantos de ambos equipos acercaban el encuentro al descanso. Y visto el rendimiento, no era mala noticia para los de Ribera, que vieron cómo el preparador bielorruso actuó con estrategia y le dio la vuelta al 5:1 español intercambiando los laterales de posición. Al descanso, ventaja mínima para los españoles.

La hora de Aleix Gómez

Continuó Ribera con la defensa adelantada en la segunda mitad. Todo seguía igual. Pero esta vez, el brazo de Dujshebaev había entrado en esa fase en la que el balón solo puede terminar en el fondo de la red. Y mientras él percutía desde la distancia, el esférico empezaba a llegar a la esquina de Aleix Gómez. Ausente en casi todas las primeras partes, el extremo del Barcelona siempre aparece para marcar las diferencias. Como su compañero Gonzalo, que se sumó al despertar español con un recital de atajadas.

España ya se había encontrado y nada pudo hacer el combinado bielorruso. Con la maquinaria engrasada no hay quien pare a esta selección, que se presenta en semifinales en condición de invicta. Solo Croacia y Noruega pueden presumir de lo mismo. Por eso, entre las tres conforman la quiniela por el oro. El trabajo está hecho, aunque antes de luchar por las medallas queda decidir ante los croatas quién será el líder de este grupo.