España jugó ayer contra Grecia en Salzburgo, pero su cabeza ya estaba en Viena. El equipo de Luis Aragonés superó a la campeona de Europa, pero desde la noche del martes solo le preocupa la campeona de mundo. Italia se presenta en los cuartos como el peor rival posible, pero también la mejor ocasión para dejar atrás una línea de fracasos demasiado larga. Los azzurri, mientras tanto, miran ya hacia adelante con su habitual suficiencia. Saben que la historia está con ellos.

El enfrentamiento del domingo ha levantado una retahíla de sensaciones encontradas. En un bando, se sitúan los optimistas, aquellos que creen que ha llegado el momento de romper las estadísticas y dar un paso adelante. Los defensores de esta tendencia se agarran también a las bajas de Pirlo y Gattuso.

Al otro lado, asoman los pesimistas, que ven en Italia el muro infranqueable de cada gran cita. Motivos no les faltan. Y números les sobran: España no gana a Italia en un partido oficial desde 1920, año en el que nació la supuesta furia española, rasgo que tan poco resultado ha dado hasta ahora.

LA MALDICION DEL 22 Entre ambas tendencias se sitúan los verdaderos protagonistas. Una mezcla de confianza y cautela guía a los jugadores, que han ganado los tres partidos de la primera fase, los dos últimos a la italiana, con goles en la recta final.

"Estamos ante un reto muy bonito. En la cabeza de cada uno solo puede haber una mentalidad positiva. Hay que romper el factor psicológico y pensar solo en ganar, aunque no somos favoritos", comentó Andrés Iniesta, que intercambió varios mensajes conZambrotta.

En la misma línea se expresó Aragonés, primer admirador de los italianos. "Hay que olvidarse de que jugamos contra Italia. Tenemos que ganar y punto, solo me vale la mentalidad positiva", aseguró el seleccionador, que confía en que su equipo no repita los errores del pasado. "Está claro que Italia es un rival duro de roer, pero ellos pensarán lo mismo. Hemos aprendido mucho y podemos seguir adelante".

En la amplia lista de decepciones de España una imagen cuenta con un sitio preferente: la cara de Luis Enrique sangrando en Boston tras un codazo de Tassotti en los cuartos de final del Mundial de EEUU. Los aficionados clamaron ayer venganza. "¡Luis Enrique, nos deben un tabique!", gritaron centenares de seguidores en el centro de Salzburgo. "¡El día 22 Italia dice adiós!", añadieron.

Quizá no sabían que esa fecha encierra cierto gafe. Ese día España cayó en dos Mundiales (ante la selección de Bélgica en 1986 y con Corea en el 2002) y una Eurocopa (contra Inglaterra en el año 1996). Las tres veces en cuartos y por penaltis.

Ahora, la euforia deja paso a la cautela más generalizada. La batalla mental la tienen ganada los italianos, que ven a España como un equipo de señoritos. Conformistas e indolentes. Lo dicen con términos elogiosos, pero la crítica está implícita en todo lo que dicen públicamente.

"España es el equipo con más talento de la Eurocopa", afirma Demetrio Albertini, el exjugador del Barça, que ejerce de jefe de expedición de la selección. Con un pero. "Italia es mejor por cabeza, mentalidad, capacidad de sufrimiento y coraje".

Son virtudes que los transalpinos se atribuyen a sí mismos en grado sumo y, por omisión, no reconocen en el rival, al que en el fondo dan como víctima propiciatoria, al menos si se escudan en la historia.

DONADONI, CONFIADO No les falta razón. Italia se motiva cuando está enfangada hasta el cuello. Necesita haber pecado con uno o dos malos resultados para poder redimirse con una buena actuación. Tras sobrevivir en el grupo de la muerte, ahora todo parece diferente. Basta oír al seleccionador Roberto Donadoni.

"España no es lo peor que nos podía haber pasado", comentó ayer. Y Albertini hurgó en la herida: "Cada partido es diferente, pero es extraño que una de las Ligas más importantes del mundo no esté nunca en las finales, ni siquiera entre los cuatro primeros", resume uno de los verdugos de 1994.

De todas maneras, España tendrá el domingo la mejor ocasión para revertir el guión y cobrarse su particular vendetta. Todo puede pasar, pese a lo que representan los italianos, unos maestros en el arte de ganar, aunque precisamente ese arte sea bastante discutible, al menos estéticamente hablando. Eso todo el mundo lo sabe, e incluso lo sufre. A Francia le ocurrió el martes. España espera que no le pase el próximo domingo. Y mientras ello ocurre, en la afición española se confía en que cambie el destino y la suerte con la selección. No sería en el momento mejor y ante rival más poderoso.