La selección española femenina de balonmano tratará de tocar el cielo, coronándose este domingo (12.30 horas) por primera vez en su historia campeona del Mundo ante Holanda, en una final que tendrá como premio añadido la clasificación para los Juegos Olímpicos de Tokio.

La culminación de un sueño que arrancó hace once años en el Europeo de Macedonia, cuando una nueva hornada de jugadoras acabó con todos los prejuicios, colgándose una plata que dio origen a la leyenda de las Guerreras.

Las Eli Pinedo, Marta Mangué o Macarena Aguilar situaron en los años siguientes a España en el epicentro del balonmano mundial con una nueva plata continental, un bronce mundialista y, sobre todo, un bronce olímpico en los Juegos de Londres, que les hizo un hueco en la memoria colectiva de este país.

Un fulgor que fue apagándose paulatinamente, hasta revivir con fuerza en este Mundial de Japón con un equipo plagado de nuevos rostros, pero con el mismo espíritu guerrero.

Carácter competitivo que ha permitido a la selección española lograr lo que parecía un imposible hace apenas un par de semanas, cuando arrancó el torneo en busca de una plaza para los preolímpicos, plantarse en la gran final.

A base de defensa, mucha defensa, y de un inteligente y fluido ataque, las de Carlos Viver han ido superando todos los obstáculos que han ido encontrándose en el camino.

Una trayectoria que tuvo su punto culminante, en espera de la final de este domingo, con la auténtica lección de juego que ofreció en las semifinales ante la todopoderosa Noruega, la gran dominadora en la última década del balonmano mundial.

Pero las Guerreras no se conforman, quieren más, quieren coronarse como el mejor equipo, quieren gritar a los cuatro vientos que España ha regresado a la élite mundial. «Ya es tarde para que nos entre el miedo», aseguró el preparador español al ser preguntado por su rival en la gran final. Y eso que Holanda es un equipo para asustar.