La selección española de voleibol tuteó a Rusia, metió el miedo en el cuerpo al conjunto más laureado del continente y rozó la final del Europeo 2005, de la que se quedó en puertas (3-2, 15-25, 27-25, 25-12, 19-25 y 13-15) tras decaer en el desempate víctima del rechazo del destino y del de la fortuna y de la experiencia competitiva de su rival.

España estuvo a dos puntos de ganar el partido (11-13). Pero el devenir fue cruel con el conjunto de Oscar Novillo, que multiplicó su esfuerzo por situarse en una situación histórica. Probablemente una de las claves haya que ir a encontrarla al tramo final del segundo parcial. Que España tuvo en su mano para situarse con una renta de dos sets a cero y que terminó por ceder por culpa de un par de despistes. Pero después el bloque hispano se rehizo. Se adueñó del partido y, en el desempate, tuvo tambaleado a su adversario, que tuvo que tirar de lo mejor de sí para no esquivar los pronósticos.

España se puso siempre a la altura de su adversario. Incluso la rebasó. Y demostró que su puesta en escena en la fase final del torneo no fue fruto de la casualidad.