CROACIA: Loser (Alilovic, ps), Sulic, Metlicic (4), Balic (2), Tonci Valcic (2), Vukovic (1), Vori (2), Lackovic (2), Dominikovic, Horvat (4), Duvnjak (7), Sprem (4) y Dzomba (1).

ESPAÑA: Hombrados (Barrufet, ps), A. Entrerrios (5), Rocas (1), R. Entrerrios, Garabaya (1), Prieto (7), Belaustegui (4), Lozano (1), Davis (1), Juanín García (7), Iker Romero (5), Malmagro y Tomás (3)

ARBITROS: Din y Dinu (Rumanía). Excluyeron a Lackovic, Duvnjac y Sprem por Croacia y a Prieto, Garabaya, Belaustegui (2) y Davis por el combinado español.

INCIDENCIAS: Partido por el bronce.

La terapia surtió efecto y España acabó con el mismo metal que en Atlanta-96 y Sídney 2000. De Pekín, la selección de balonmano se llevó el bronce tras arrollar a Croacia. Pero no solo se lleva el tercer puesto, sino la tranquilidad del trabajo bien hecho, a pesar de que desperdició la ocasión de luchar por el oro. Ahí entró en escena la terapia.

A la mañana siguiente de caer ante Islandia --que ayer perdió con Francia en la final (28-23)--, los jugadores ni se hablaron.

Sin embargo, España apeló al corazón para despedir a David Barrufet con la grandeza que se merece un portero inolvidable. Cuatro Juegos en sus manos de hierro y más de 250 partidos internacionales lo convierten en una leyenda. Y las leyendas no se van por la puerta de atrás. Ni mucho menos. También se iba Juan Carlos Pastor, que deja la selección a instancias de los clubs de la Asobal, que no quieren a un entrenador de club dirigiendo al equipo nacional.

Ayer sí hubo orgullo, mentalidad de equipo. La ocasión lo merecía. Y todo basado en tres pilares de un equipo que sí demostró orgullo. El primero, Hombrados, el colega, amigo y hombro en el que ha llorado tantas veces Barrufet. Con 13 paradas de 40 lanzamientos (un 33%), el portero del Ciudad Real quiso rendir un último homenaje a Barru .

Desquició a Balic, la estrella croata (que solo marcó dos goles), fortaleció a la selección de Pastor y lanzó el contragolpe. Todo resumido en una jugada. Pura anticipación. Robó un balón a los croatas al adelantarse, se lo dio a Víctor Tomás y acabó en gol. Un tanto que le quitó al rival, otro que le dio a su equipo. O sea, Hombrados valió por dos. Pero no fue el único. Delante del cuerpo de Hombrados corría veloz Juanín, y el gigante extremeño Carlos Prieto para abrir un hueco que olía a medalla, el tercer bronce olímpico que Demetrio Lozano --único superviviente de Atlanta y Sídney-- tendrá en su estantería.

GRAN SEGUNDA LINEA Juanín firmó siete goles, algunos maravillosos por su precisión y otros deliciosos por los increíbles efectos que dibuja. Volaba imparable y cuando caía, Croacia ya lloraba de impotencia. A España, en cambio, se le cansaron las manos de aplaudir. Con Prieto, los goles valían igual, pero era distinto. Trabajado, hercúleo, sufrido, agónico, cada gol (7) del pivote era una alegoría al esfuerzo. Ambos firmaron un porcentaje galáctico (88% de acierto), escoltados por la fiabilidad de Alberto Entrerríos y de Belaustegui y un indesmayable Iker (83% de acierto). Así se ganan las medallas. Así se reconquista la afición por el balonmano.