Siempre es saludable que Extremadura sea sede de acontecimientos deportivos de primer nivel. Ayer tuvimos uno de postín: el partido de fútbol sala entre las selecciones de España y Brasil, las dos más laureadas de la historia de este deporte. Palabras mayores. Lo mejor de lo mejor. Un lujazo lo que se vivió en el Multiusos Ciudad de Cáceres.

Como se esperaba, dado que las localidades se habían agotado hace tiempo, hubo llenazo. No es para menos. Había ahí en el césped una auténtica constelación de estrellas del fútbol sala. Incluso en el b banquillo brasileño estaba un histórico de la antigua AD Extremadura, Marquinho, ahora seleccionador nacional.

Ahí iba. El fútbol sala, que se ha tornado excesivamente táctico, ha descendido en su aceptación. En Extremadura vivimos muchos años en la élite con la irrupción de equipos como el Distribuidora de Recambios, el Pescaderías Quico o el Periódico Extremadura, entre los 80 y los 90. Javi Sánchez, Edinho, Zequinha... verdaderos números uno al servicio de una causa: el divertimento del espectador. Nos lo pasábamos pipa con aquel deporte eléctrico, en el que las variantes tácticas y la lentitud de movimeintos no eran lo más importante, como ocurre muchas veces ahora.

No sé qué nos deparará el futuro, pero al fútbol sala hay que darle una vuelta y estimular el espectáculo de alguna manera. El extremeño Pedro Rocha, máximo responsable de este deporte a nivel nacional además de ser presidente de la territorial extremeña de fútbol, tiene en su mano hacer historia. Veremos qué ocurre.

En cualquier caso, lo de ayer es para enmarcar. La felicidad que da un taconazo bien ejecutado o un disparo de puntera siempre pervivirá porque la esencia del fútbol sala sigue viva. Mientras tanto, el España-Brasil será, sin duda, el evento deportivo del año, al menos en la ciudad de Cáceres.