LINARES: Lopito; Bauti, Higinio, Alvaro Vega, Rosales, Rodri, Corpas, Carles (Kike Boula, min. 25) (Salinas, 92), Joselu, David Gámiz y Rafa Payán (Chico, min. 85).

CACEREÑO: Montiel; Palero, Toni, Mansilla (Antwi, 84I), Gonzalo, Cuerva (Zubi, 74I), Gallego, Leo Ramírez (Josete, 61I), Aarón, Amaro y Valverde.

GOLES: 0-1 (min. 5): Gonzalo. 1-1 (min. 26): Rafa Payán. 2-1 (min. 66): Corpas.

ARBITRO: Muñoz Pérez, valenciano. Tarjeta a los visitantes Cuerva, Amaro, Palero y Zubi.

INCIDENCIAS: Un centenar de seguidores del Cacereño en las gradas.

Qué pena. El Cacereño se va a Tercera División siete años después. Un gol de Corpas mediada la segunda parte en Linares le envía al infierno del grupo XIV (2-1). Es el último cruel episodio de una temporada para olvidar en todos los aspectos. Lo más terrible es que ayer, justo ayer, no se mereció la mortífera derrota. El equipo dio la cara hasta el final y generó fútbol, pero el fútbol no son merecimientos, son aciertos de cara a la portería.

Y es que la primera batalla del partido la ganó Angel Marcos. Sorprendió a todos cuando alineó como titular a Rubén Palero, al que había dado totalmente como descartado por sus dos dedos fracturados. Una jugada de viejo zorro que le sirvió para establecer su defensa favorita, junto a Gonzalo, Mansilla y Toni Sánchez.

La tarde no pudo empezar mejor. Un balón prácticamente perdido acabó en córner a favor del Cacereño. Lo sacó de forma magistral Amaro hacia la cabeza de Gonzalo, que la clavó en la portería de Lopito. Era el 0-1 y solo habían transcurrido cinco minutos: el escenario ideal para un equipo forastero que llega con un incierto 0-0 de la ida.

El tanto descompuso al Linares, que intentó responder con agresividad, pero muy pocos acercamientos serios. Su entrenador hizo uno de esos cambios arriesgados para cambiar la dinámica, introduciendo a Kike Boula en lugar de Carles (min. 24). Eso dio mayor mordiente a los suyos, con la consigna de buscar la espalda de los centrales cacereños. En uno de esos balones bombeados, entre Corpas y Rafa Payán fabricaron el 1-1.

La situación se ponía tensa, pero el CPC reaccionó bien y de hecho se adueñó del balón en el tramo final de la primera parte, provocando dos acercamientos bastante claros, otra vez a balón parado. Era una mina que había que explotar como fuese tras el descanso.

EL PEOR DESENLACE La segunda parte fue un drama, como no puede ser de otra manera cuando se sabe que uno de los dos púgiles sabe que va a morir sobre el cuadrilátero.

No hubo exceso de precaución en ninguno de los dos. El Linares necesitaba marcar, mientras que el Cacereño hasta hizo un cambio quizás discutible, pero de cariz ofensivo: Josete Acedo en el lugar de Leo Ramírez.

No salió bien, al menos en cuanto al resultado final. En el minuto 65, un balón en profundidad en la banda derecha lo atrapó Corpa, que encaró con decisión a Montiel, batiéndole de un estupendo disparo en forma de puñal en el corazón verde.

Faltaban un tiempo razonable, pero lo que ocurrió a partir de entonces no podía tener que ver mucho con la razón, sino más bien con la emotividad. Lo futbolístico se difuminó definitivamente y el CPC se lanzó al ataque, a por el gol que necesitaba para seguir vivo.

No lo logró por escasos centímetros, con Pablo Gállego como principal referente a la hora de mirar a la portería con valentía. Suyos fueron dos disparos dentro del área, preludios del momento que cambió la historia del fútbol en Cáceres: otro cabezazo espectacular que, entre el larguero y Lopito evitaron que fuese el salvador 2-2 (min. 87).

Quedaba la última, ya en el tiempo añadido: un balón perdido que Gállego no acertó a rematar con contundencia. No, no era el día para que el Cacereño siguiese en Segunda B.

El pitido final y la invasión de campo confirmaron el desangramiento total del conjunto de Marcos, que se desgañitaba en la banda. A Tercera, como en los viejos tiempos.