CACERES: Richard Nguema (2), Pedro Robles (14), Antonio Peña (10), Olu Ashaolu (8), Roberto Morentin (13) --cinco inicial-- José Antonio Medina (6), Josh Duinker (6), Alex López (2), Miguel Lorenzo (4), Braydon Hobbs (8), Zane Johnson (0).

RIVER ANDORRA: Thomas Schreiner (4), Marc Blanch (11), Justin Safford (9), David Guardia (0), Thomas Hampl (4) --cinco inicial-- Devin Wright (8), Xavi Galera (0), Pablo Sánchez (8), Dimitry Flis (6), Albert Moncasi (6).

MARCADOR POR CUARTOS: 33-7, 47-29 (descanso), 50-42 y 73-56.

ARBITROS: Palenzuela y Bravo.

La victoria solo cuenta como un punto en la eliminatoria, pero el Cáceres tuvo que ganar dos veces el tercer encuentro de su pulso ante el River Andorra. Lo hizo en un portentoso primer cuarto y tuvo que volver a trabajarse el triunfo en el último, cuando los murmullos de incredulidad en el Multiusos se reproducían. Y es que pasar de los 29 puntos de diferencia mediado el segundo cuarto a únicamente cinco cuando se iniciaba el último es para que el miedo se multiplique. Al final, un nuevo arreón de los extremeños provocó un triunfo bastante holgado incluso con tintes de exhibición (73-56).

El resultado es un salvoconducto para que la semifinal se mantenga muy viva y quizás entre, como dijo Carlos Frade el jueves, en una nueva dimensión. Su equipo sigue perdiendo, ahora por 2-1, y continúa teniéndolo difícil, pero tiene motivos para cerrar los ojos y visualizar el empate mañana (20.00 horas) y poder viajar inmediatamente después a Andorra para jugar el quinto y definitivo.

"Sí se puede", vociferaba la hinchada al final. Desde luego que se puede: al equipo andorrano le ha afectado más de lo esperado en principio la ausencia de Dani Pérez, su base titular, y al menos ayer optó por no utilizar a otro de sus jugadores de referencia en el exterior, Anton Maresch, con perennes problemas en un hombro y que, puede que porque el partido se decantó muy pronto, fue reservado y no disputó ni un solo minuto.

Esas circunstancias inesperadas, tan 'de playoff ', pueden estar echándole una mano al Cáceres en un momento crítico, sin margen de error.

Inesperado fue también lo que sucedió en los diez primeros minutos. Hacía años que en el Multiusos no se veía una cosa igual. Fue un cuarto absolutamente perfecto, genial, irrepetible, inspiradísimo en todos los órdenes. Una sinfonía de instrumentos afinados y afilados, una exhibición brutal de baloncesto. El 33-7 final expresa a la perfección lo que sucedió: jugada tras jugada de intercepción defensiva culminada con canastas vistosas, con triples estratosféricos, con inteligencia y pasión. Un mensaje en toda la cresta para un Andorra que evidentemente salió pensando en que ya tenía el 3-0 en el bolsillo. Y eso ante el Cáceres, ante este Cáceres en concreto, es extender un cheque que no se va a poder pagar.

EL DESPERTAR La barbaridad continuó en los primeros minutos del segundo cuarto hasta llegar a un tanteo que parecía sentenciar la noche (43-14). Pero faltaban todavía 25 minutos de partido y el recuerdo de lo sucedido hace unos días en el Real Madrid-Olympiacos debía estar presente. La divinidad que mostraron los jugadores locales en esos minutos era imposible de mantener. Y en River Andorra es un gran equipo, claro.

El conjunto de un enfadadísimo Joan Peñarroya dio ya muestras antes del descanso que se iba a bajar del partido así como así. Mejor 3-0 que 2-1 y a ver qué pasa. Aún así, el 49-27 era todavía era margen suficiente para estar tranquilos.

Hubiese sido insoportable lo sucedido en el tercer cuarto de no haber tenido una diferencia así. Una canasta de Olu Ashaolu y un tiro libre de Roberto Morentin fue el único balance en unos diez minutos negrísimos, en los que únicamente el tono defensivo evitó que se culminase una olympiacada . Faltando diez minutos, nadie las podía tener consigo con el 50-42 del electrónico.

El pánico siguió cundiendo entre un equipo desconcertado y una grada que lo estaba más aún ante el contraste de situaciones que estaba viviendo (50-45).

Fue el momento de los veteranos. Los dos únicos mayores de 26 años de la plantilla, Morentin y Pedro Robles, fueron quienes tomaron la responsabilidad en esos momentos calientes, liderando un parcial de 9-0 que exorcizó nerviosismos. Antonio Peña hizo el resto. El desenlace ya no fue tan dramático como podía barruntarse y las puertas del Multiusos volverán a abrirse dentro de unas horas. Esto no ha terminado todavía.