Nunca pensé que se podía llegar a la esperpéntica situación por la que está atravesando el Cerro de Reyes. Si no hay sorpresas, el club extremeño será expulsado de la Segunda División B previsiblemente mañana mismo. Se puede afirmar, pese al aparente asombro que genera siquiera pensar en ello, que es la crónica de una muerte anunciada. Y una vergüenza para el fútbol extremeño y, por supuesto, el nacional. La Segunda División B es una categoría que no debería existir desde hace muchos años. Casos como el del Cerro ha habido y habrá en cuanto a la falta de recursos para sobrevivir, aunque la agonía del club pacense tenga unos condicionantes kafkianos, como ya apunté hace apenas un par de semanas en este mismo espacio. Que se dependa de una sola persona, generalmente un empresario adinerado, deja a los pies de los caballos los supuestos proyectos deportivos que se emprenden. El romanticismo en el fútbol está desapareciendo a pasos agigantados. Quien está venciendo es el esperpento, el puro esperpento.