«Cada verano, para organizar cosas de cara al año con la preparación física, consulto primero con Sergio. A partir de ahí, lo demás». Lo dice, orgulloso, Jorge Estévez Torres (Cáceres, 9 de julio de 1989), primo de Sergio Mogena Estevez (Cáceres, 19 de julio de 1994) y Álvaro Estévez Villegas (Cáceres, 1 de junio de 1994). Son la familia Estévez, unida por el amor al deporte y en el día a día, en tres disciplinas distintas, con un espíritu indeleble pleno de unión, trabajo y pasión por lo que les gusta.

Jorge, exfutbolista y actual entrenador del CP Vedruna; Sergio, uno de los grandes talentos de la natación regional en su historia y entrenador del CN Cáceres Delfines y el CN de Tecnificación de la Ciudad Deportiva; y Álvaro, técnico y coordinador del baloncestístico Miralvalle de Plasencia, ejemplifican que el nexo de la sangre crea un vínculo indisoluble. Orgullosos, así lo cuentan.

Sus abuelos, Pedro y Catalina, tuvieron tres hijos: José Luis, Pedro y Toñi. Cada uno de ellos contribuyó a ampliar la familia con dos hijos, en total seis nietos. Consecuencia lógica: todos unidos fuertemente al mundo del deporte cacereño y extremeño desde la infancia.

Jorge empezó jugando a fútbol, su pasión truncada al retirarse pronto, a los 20 años, por una maldita osteopatía de pubis que llevaba provocándole dolores desde los 18. Su carrera prometía. Y no poco.

Estuvo en la cantera del Cacereño y a los 16 años ya formaba parte de la primera plantilla. Ese mismo año alternó convocatorias con la selección extremeña sub-18. También jugó en el extinto CF Extremadura en la División de Honor juvenil; e, incluso, el último año de juvenil, estuvo yendo dos meses desde Cáceres a Sevilla para entrenar y jugar en el Betis, donde empezó con los fatídicos dolores.

Desde abajo

A partir de ahí, los banquillos. Adolfo Senso (al que dice está muy agradecido por ello) fue el primero en darle la oportunidad de entrenar en el infantil regional del Diocesano. Después estuvo tres años entrenando al cadete del Cacereño, en División de Honor, hasta llegar a su actual club, el Vedruna, que ha crecido enormemente. De «4 o 5 equipos, ahora son 14», cuenta Jorge, llegando a la máxima categoría regional en casi todas de ellas (el cadete, tras una gran temporada y terminar en puestos de playoff, está a la espera de que ocurrirá con el ascenso a la División de Honor). Entrena el cadete, el juvenil y el chupetín, compaginándolo con la coordinación de fútbol.

Su hermano, Luija, es entrenador de porteros y ayuda a Jorge en sus equipos. Los dos, hijos de José Luis, han heredado la pasión por el fútbol (y Jorge la zurda). José Luis fue destacado jugador (Cacereño, Coria, Malpartida...) y entrenador de equipos locales de fútbol base. Tenía gran calidad. También se retiró por una lesión, esta de rodilla, de la que fue operado hasta en siete ocasiones, y aún tiene secuelas. Jugó con Manolo Sánchez Delgado en un mítico equipo del CPC. El mejor futbolista cacereño de la historia estuvo a punto de ser el padrino de Jorge, pero la llamada para el Mundial de Italia 90 lo impidió.

Sergio, hijo de Toñi, es un nadador cacereño campeón de España de braza. Muy activo e inquieto. Es entrenador de los Delfines y del CN de Tecnificación de Cáceres. Ha compaginado esa labor con el Nissan Al-Qázeres, del que fue preparador físico, estudiando Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Sergio, de manera menos profesional, sigue preparándose, nadando y batiendo records regionales. Su hermano mayor, Rafa, también fue nadador, llegando a ser campeón de Extremadura y con mínimas para el Campeonato de España. Su madre, Toñi, era una fija en las piscinas. Cuando no estaba animando y apoyando a su hijos, cogía tiempos. Fue juez árbitro 14 años.

Sergio Mogena, con su madre,Toñi / CEDIDA

Reflejo

Reflejo«Siempre me he visto reflejado en ellos. Con Álvaro siempre hemos ido como de la mano por ser de la misma edad, aunque cada uno de ellos son como hermanos», sentencia Sergio, quien rememora vivencias estrechas con sus lazos familiares muy intensas, con éxitos incuestionables. Sobre Jorge dice literalmente que «era una máquina» en el fútbol, lamentando los problemas físicos que cortaron de raíz su carrera.

Álvaro, hijo de Pedro, jugó de pequeño al fútbol. Y muy bien. Era central de la cantera de la UP Plasencia y fue llamado para los entrenamientos de la preselección extremeña. Dejó su pasión al empezar a estudiar ADE. Su hermana, Marta, jugaba al baloncesto en el Miralvalle y, al igual que su hermano, solía ir a la selección extremeña.

De ahí viene su vinculo con el Miralvalle. Al terminar la carrera empezó a ayudar a su padre en el club y a los entrenadores de su hermana con las estadísticas en los campeonatos de España. Aunque era más de fútbol, se enganchó al baloncesto hasta tener el título de entrenador. Ahora, prepara a varios equipos y, además, coordina el club.

Su padre, Pedro, jugó también en las canteras del Diocesano y Cacereño para pasar al Malpartida en Preferente, ya siendo amateur. También es pieza clave del Miralvalle, ejerciendo de secretario y tesorero.

«Somos una familia que se nos nota la pasión común», dice, agradeciendo que ese nexo haya sido clave.

«En cualquier comida familiar se hablaba de nuestros deportes, y tenemos un feedback por el que nos ayudamos siempre», dice Álvaro. Tal cual, tan deportivamente familiar y pasional.

Álvaro Estevez, con su progenitor, Pedro. / CEDIDA