CACERES - 74: Braydon Hobbs (15), Alex López (10), Antonio Peña (7), Roberto Morentin (7), Josh Duinker (13) --cinco inicial-- Olu Ashaolu (8), Pedro Robles (10), Miguel Lorenzo (0), Richard Nguema (2), Zane Johnson (2).

LECHE RIO BREOGAN - 65: Carlos Cobos (12), Gintaras Leonavicius (13), Anthony Winchester (10), Michel Diouf (16), Roeland Schaftenaar (2) --cinco inicial-- Sean Ogirri (4), Manu Gómez (8), Ale Navajas (0), Edu Martínez (0).

MARCADOR POR CUARTOS: 13-21, 26-33 (descanso), 46-47, 74-65 (final).

ARBITROS: Morales y Mas. Eliminados: Morentin, Schaftenaar y Winchester.

Habrá quinto partido. Y mañana mismo, a las 20.45 horas, en el Pazo dos Deportes de Lugo. El Cáceres se sobrepuso a una mala primera parte para, cambiando por completo el guión con 20 minutos de ensueño, vencer al Leche Río Breogán por 74-65 en el Multiusos.

Los jugadores cogieron anoche el autobús hacia Galicia con una sonrisa en la cara. Su primorosa segunda mitad les vuelve a meter en la eliminatoria con todas las de la ley. En una situación análoga a la de hace un año frente al Ford Burgos, irán sin presión y con el convencimiento de que se puede dar el golpe. Si juegan como tras el descanso de ayer, el playoff está en el bolsillo.

El equipo local bastante contento se mostró al llegar vivo al intermedio, con un 26-33 que explicaba bien que las defensas habían dejado en ridículo a los ataques. De los dos oponentes, pero sobre todo del cacereño, que se limitó a fallar y fallar canastas sin ningún sonrojo. Es muy complicado hacer algo en este juego cuando en los primeros 20 minutos has metido 4 de 18 en tiros de dos (22.2%), 4 de 13 en triples (30.8%) y 6 de 13 en libres (46.2%).

La empanada gallega ofensiva del Cáceres tuvo, claro, al Breogán como primer causante y beneficiado. Los lucenses, que en el primer capítulo de la eliminatoria se habían mostrado blandos en la protección de su canasta, subieron un punto a partir del segundo encuentro. El conjunto de Frade, mientras, pareció olvidar de lo que se trata: pasar el balón lo máximo posible en la búsqueda del jugador mejor situado, porque esta visto que, a impulsos individuales, no puede resolver con continuidad.

Al final del primer cuarto, los hombres de negro perdían de ocho (13-21). No funcionaba prácticamente nada para que los puntos fluyesen: ni el cambio en el quinteto inicial (con Braydon Hobbs y Alex López como principales novedades), ni los tiros lejanos ni los balones dentro. Mediado el segundo cuarto, el hueco empezaba a ser preocupante (16-28), pero un par de acciones de fe dieron esperanza de cara a la reanudación con esos siete puntos de desventaja reseñados. Con lo mal que se estaba jugando, casi habría que firmarlos como un éxito. Quizás el partido se ganó al conseguir eludir el hundimiento que sí se produjo en el tercer choque de la serie.

SEGUNDA PARTE La revolución se tejió en el vestuario, apelando a la pizarra, pero también al corazón. Una temporada tan especial como esta no podía terminar así. No casaba con este grupo una imagen deslavazada ni poco comprometida. Puede que pierdan mañana, pero si es así, lo harán con la cabeza alta.

Frade ordenó unas defensas alternativas que desconcertaron al Breogán. Los gallegos perdieron el colchón que tenían poco a poco, asombrados por la resurrección de un Olu Ashaolu tocado físicamente. Pero fue un trabajo coral, liderado por la sabia dirección de Hobbs y el coraje, no siempre resolutivo, de Josh Duinker.

Aún así, el sorpasso tardó bastante en culminarse. El último cuarto se encaró 44-45 y un triplazo de Hobbs a 6.30 dio la primera ventaja al Cáceres desde el primer minuto (53-50).

Con su público cada vez más entregado, ya no perdería la iniciativa hasta el final: Pedro Robles no quería que el de anoche fuese el último partido de su carrera y clavó una suspensión bellísima y cuatro tiros libres libres en el momento más caliente. Por si fuera poco, Manu Gómez falló dos canastas bajo el aro que hubieran dado aire al Breo . Los partidos se deciden por estas cosas.

La tentación de la euforia está ahí otra vez. El Cáceres ya sabe que no le llevará por buen camino. Solo siendo él mismo, como en la segunda parte de ayer, conseguirá lo que sería un exitazo .