REAL MADRID (14+17+16+20): Sonko (8), Bullock (11), Hamilton (10), Fotsis (-), Reyes (6) -cinco inicial-, Gelabale (9), Bueno (4), Hervelle (6), Herreros (5), Larrañaga (6) y Burke (2).

ESTUDIANTES (26+28+16+19): Rodríguez (11), Jiménez (14), Suárez (7), Patterson (4), Garcés (5) -cinco inicial-, Vidaurreta (10), Iturbe (11), Jasen (24), Azofra (2), Miso (-), Torres (-) y Loncar (1).

ARBITROS: Arteaga, Ortiz y Fernández. Excluyeron a Larrañaga (m.40) y Bueno (m.40). Señalaron técnica a Larrañaga por protestar (m.29).

José Vicente Hernández ha resucitado al Estudiantes en un par de horas, enfundado en el chándal y con el silbato al cuello, en la intimidad del entrenamiento del sábado, su pizarra ha devuelto el pulso al equipo colegial y ha cargado al Real Madrid con el 1-1 en el segundo asalto de las semifinales por el título.

Pepu ha decidido tomarse un año sabático cuando acabe esta temporada. El Estudiantes lo acusará. El madrileño no aprendió el baloncesto en la escuela del maestro yugoslavo Aleksander Nikolic, padre del magisterio de Boza Maljkovic y del baskonista Dusko Ivanovic entre otros muchos, pero lo mamó en la cuna del Ramiro de Maeztu desde que era un niño.

Hay que ser muy bueno para implantar tantos retoques tácticos en un equipo tan rápido como lo ha hecho el técnico colegial. Una mutación completa en un intervalo de veinticuatro horas entre partido y partido. El Madrid hizo lo que quiso el viernes y Hernández avisó a todos. Dijo que su equipo iba a aprender mucho de esa experiencia. Pues se quedó corto: lo aprendió todo, de cabo a rabo, y el Madrid no tuvo opciones.