Muchos se preguntan, cada año, cada temporada, qué es lo que tiene de especial José Antonio Vázquez Bermejo (Valle de Santa Ana, 5 de junio de 1956) para que el Jerez siempre esté arriba en la clasificación. "Me gusta que mis equipos sean perfectos y me gusta ganar siempre", responde el propio protagonista. Así de fácil. Así de sencillo. Así de veraz, desde luego, echando un vistazo a su historial, plagado de éxitos.

El técnico extremeño es eterno. O por lo menos lo parece. Su 'milagro' de cada año se sucede sin fallo. En éste, también. Tiene a su equipo segundo en Tercera, pese a que esta temporada también partía con un presupuesto modesto y una plantilla hecha a última hora. Como tantas veces. Como siempre, regateando y retando al destino.

"Como futbolista, sufrí una grave lesión de rodilla cuando tenía sólo 28 años. Me tuve que retirar, aunque después intentara volver y jugara algún partido. En principio no pensaba que podía ser entrenador, pero hacía falta alguien con los juveniles y desde entonces...". 20 años de triunfos, 20 temporadas jalonadas de victorias en una hoja de servicios tan incontestable como contrastada numéricamente.

Vázquez Bermejo jugó en el Vasco Núñez, el actual Jerez, "desde pequeñito". Pero su eclosión como técnico no ha sido nunca total. Mucha gente ha alabado su trabajo y ha ensalzado la tremenda practicidad de todos sus equipos, aunque él lamenta un fenómeno contradictorio. "He sido más reconocido en Andalucía que en Extremadura", dice sin remilgos.

EN LINARES "Me han llamado muchas veces para entrenar en el fútbol andaluz". En su región no tanto o, al menos, como para que le compensara dejar su trabajo de funcionario en el Ayuntamiento de Jerez de los Caballeros. Su única 'aventura' fuera ha sido en el Linares, hace once años en Segunda B, tras siete años consecutivos manteniendo al Jerez en la categoría de bronce contra todo pronóstico. "Estábamos a cuatro puntos de la fase de ascenso, pero contrataron a otro entrenador y después me volvieron a llamar. Se gastaron mucho dinero, incluso con algún futbolista internacional, pero quedaron más o menos igual", rememora. "Cuando los directivos creen que lo saben todo, algo falla", recalca.

"Quizá la culpa la tenga yo. No he arriesgado yéndome fuera las veces que me lo han propuesto, pero yo creo que he acertado. Estoy contento por dónde estoy y lo que he hecho". ¿Hasta cuándo?, es obligado preguntarle El sigue ilusionado. "Sí, alguna vez he dicho que lo dejo, pero después me vuelve la ilusión viendo las caras de los jugadores y que ellos mismos me llaman para que continúe". Desde luego, es muy feliz con lo que hace. Se le nota a la legua.

Su filosofía con sus plantillas, que se deshacen en elogios hacia él, está clara. "Yo trato bien a mis jugadores. El entrenador es el que manda, pero los protagonistas son los futbolistas". Por eso, y pese a las dificultades con las que se encuentra por las carencias económicas, asegura que "yo no cambio a ninguno de los míos por nada".

Tiene 59 años y su caso se puede asemejar al de Angel Marcos en el Cacereño. Ha entrenado al Jerez en tres etapas distintas. Además, en el Díter Zafra, al que llegó a comandar en Preferente, también ha hecho historia.

Sus números, los números que en el archivo de Gonzalo Parra ocupan tres folios enteros, la mayoría de tono positivo, no mienten. Uno de los datos es realmente espectacular: su equipo ha perdido en casa solamente uno de los últimos 82 partidos oficiales en liga regular. Fue contra el Villanovense (0-1) el 24 de noviembre de 2013, con lo que acumula 45 encuentros consecutivos oficiales sin caer como local. Detallista, estudioso y analítico, apunta que aquel duelo contra los serones "lo perdimos injustamente", dice con absoluta tranquilidad.

Si este año mete a su equipo en fase de ascenso a Segunda B, será la cuarta consecutiva que lo haga, un dato en absoluto anormal viendo su trayectoria.