El Cáceres 2016 sí (ganó 89-80 al Caja Rioja), pero el Plasencia Galco no (cayó 66-72). Tarde-noche de contrastes en la Extremadura baloncestística, pendiente ayer de sus dos equipos masculinos más representativos, que se jugaban su futuro. Al final, cara y cruz, sonrisas y lágrimas.

En realidad, no hubo sorpresas, pero sí euforia colectiva. Los que vieron a Martín Fariñas --el héroe del ascenso del 92-- introducirse en el palco, invitado por el club para que se reviviera el espíritu de aquella gesta, sabían que aquello no podía terminar mal. Y es que Cáceres recordó lo acontecido hace 16 años y 14 días y creó una comunión especial, esa que le elevó a la ACB.

No había ascenso en juego, pero sí la clasificación para una fase final que se jugará en el Ciudad de Cáceres a partir del viernes. Por eso el ambiente era muy especial. Por eso Sam Jones y El Pollito Peña montaron su particular show para contagiar a la grada. Casi no hacía falta: el aficionado sabía cuál era su trabajo .

"Hemos vuelto", rezaba una pancarta en el centro de la grada que daba justamente enfrente del palco. Fariñas decía que "esto es una cosa fantástica; ese espíritu...". Efectivamente. Había retornado gente que no pisaba el pabellón desde los tiempos de la ACB. El Cáceres, de la mano de Panadero, de Williams, de Busciglio... de todos creyó en sí mismo y, aun en dificultades, transmitía una confianza especial, que se plasmó en un final apoteósico con sabor a fiesta.

En Plasencia no se producía precisamente ese clima. Ya de entrada, la afluencia de público (alrededor de 1.000 personas, una cuarta parte de concentración de Cáceres) era sintomática. En La Bombonera no había ambiente de victoria y, pese a que el equipo dio la cara, no pudo con su rival, mejor en el momento decisivo y arropado por su afición. La dinámica del equipo no había sido buena y el cambio de entrenador no había servido, a efectos prácticos, para nada. Además, el hombre decisivo, Jason Blair, resignado, pudo estar pensando más en su futuro personal y profesional que en otra cosa. La eliminatoria se había decidido, en realidad, en cancha toledana.

Son las dos caras del deporte, las que representan la victoria y la derrota. Queda aún el plato fuerte el viernes y el sábado.