La llegada de Mike Colangelo como mánager general ha producido numerosos cambios en el funcionamiento de los Toronto Raptors. Tras recibir el número 1 en la lotería del draft , Colangelo decidió apostar por el italiano Andrea Bargnani en lugar de fichar a un jugador de universidad norteamericana. Junto Bargnani y Jorge Garbajosa, los eslovenos Rasho Nesterovic y Uros Slokar han formado con el extremeño José Manuel Calderón una piña de europeos que prefieren mezclar español e italiano antes que hablar inglés.

El sexto hombre de este peculiar equipo es Anthony Parker, jugador estadounidense que dejó la NBA en el 2000 y que ha vuelto ahora después de triunfar en el Maccabi. Tras seis años fuera de EEUU, Parker se encuentra más cómodo con los españoles que con sus compatriotas, algo que sucede también a su mujer, una puertorriqueña que se sienta junto a las esposas de Calderón y Garbajosa en la grada. La mujer de Slokar, una eslovena que estudió un año en Barcelona, también está muy unida a ellas.

El jugador de Villanueva de la Serena tiene muy claro que todas estas afinidades se notan a la hora de jugar en equipo, ya que "el grupo humano de este año es muy diferente al de antes, cuando cada uno iba por su cuenta. La temporada pasada había varios jugadores que estaban descontentos, por distintas razones, y eso lo notábamos todos". Aunque no lo quiera reconocer, uno de los jugadores más problemáticos fue Mike James, quien acabó la temporada únicamente preocupado en sus estadísticas con el objetivo cazar un gran contrato. Ahora juega para Minnesota y es T. J. Ford, llegado de Milwaukee Bucks a cambio de Charlie Villanueva, quien se disputa el puesto de base con el extremeño.

Entre victoria y victoria --los Raptors llevan seis de seis en pretemporada-- hay que acudir a actos promocionales, como un partido de golf que Calderón tuvo que disputar hace unos días con unos patrocinadores del club. Recuerda que "me prestaron ropa porque era la primera vez que jugaba al golf, y me tuvieron en el campo desde las nueve de la mañana a las cinco de la tarde". Al menos la rutina del día de partido es menos dura que la del año pasado, ya que los jugadores pueden llegar al pabellón un par de horas antes y no tres, como ocurría entonces. Esto permite a Calderón conservar una de sus costumbres más españolas: la siesta.