El paseo de Cánovas de Cáceres, la calle Menachos pacense o la propia calle Santa Eulalia de Mérida coincidieron ayer en guardar silencio entre las nueve horas y cerca de las once. Jugaba la selección española y cuando la roja echó a rodar el balón en el encuentro de octavos de final contra Francia todas las miradas se centraron en los televisores, dejando los paseos vespertinos para otro día. En el caso de Cáceres, una pantalla gigante colocada para el evento fue un exitazo. El resultado hizo llorar a los más fieles.

En Badajoz, uno de los lugares escogidos para dar aliento fue el recinto ferial. En las casetas, las sevillanas cedieron al "A por ellos, oé...". Los bares del centro también pusieron a punto sus pantallas para dar acogida a los seguidores. Y de paso, sacar un pellizquito a costa de las cervecitas y las raciones.

Sin saber a priori si el encuentro de ayer iba a ser la última oportunidad para ver a los de Luis Aragonés o por el contrario sería un paso más en el camino hacia el título, fueron muchos los que se ataviaron con sus camisetas de la selección nacional. Unos lucían el último modelo con el nueve de Torres, mientras que los más atrevidos sacaron del fondo del armario la equipación de México 86. Unos románticos. Pero poco importaba, el caso era empujar desde la distancia a los suyos. Los del Madrid jaleaban a Puyol, los del Bar§a se rendían a Casillas y unos y otros coincidían en aplaudir a Fernando Torres. El espíritu unificador de la selección no tiene límites y logra lo impensable el resto del año.

Ambientazo en Cáceres

La iniciativa de Cáceres congregó a unas 2.500 personas y fue todo un éxito. Las únicas salvedades fueron la poca visibilidad durante la primera parte por el exceso de luz y sobre todo el intento de agresión de un descerebrado a unos chicos y chicas francesas que acudieron a apoyar a los suyos y que hasta recibieron algunos gritos racistas. ¿Y de qué color es Senna? No fue más que un lunar en medio de un tremendo ambiente.