Pocos saben que hay un extremeño hasta ahora oculto que es titular en el Castilla. Dani Guillén, lateral izquierdo y aspirante ocupar algún día la banda que deja vacante Roberto Carlos en el primer equipo, nació en Plasencia el 1 de octubre de 1984 y esconde tras de sí una curiosa historia. Si sigue progresando, podría unirse a la legión de futbolistas nacidos en la región que triunfan en Primera División.

Dani es hijo de un trabajador de la Central Nuclear de Almaraz y vivió sus cuatro primeros años en Extremadura. Después, su padre cambió de trabajo y trasladó a su familia a Madrid, aunque eso no acabó con la vinculación. "Tengo muy buenos recuerdos de mi infancia en Extremadura y mis padres también. En vacaciones hemos vuelto al menos una vez al año porque conservamos amistades de entonces", explica a este diario el futbolista, orgulloso del interés que pueda levantar su trayectoria en la región.

El fútbol sala

Recientemente, fue protagonista de una amplia entrevista difundida por la Agencia Efe, sobre todo por el hecho de que ahora se haya hecho imprescindible para su entrenador, Michel, después de que en la primera vuelta apenas jugase por una lesión en un hombro.

Hasta atisbar el éxito, su recorrido ha sido insólito. Empezó jugando al fútbol sala en el equipo de su barrio. "En España no es muy habitual que un futbolista empiece jugando a fútbol sala, pero queda como algo anecdótico", afirma. A los 16 años se pasó al fútbol grande y debutó en Tercera con el Club Deportivo Las Rozas, llamando la atención de los ojeadores del Madrid hace un año y medio.

Así se cumplía un sueño. "Siempre pensé que sería imposible que se cumpliese y, sin embargo, se ha cumplido. La verdad es que es una maravilla estar aquí", destaca. "Como persona y como deportista te enseñan muchísimo. El Real Madrid es una forma de vida", indica.

La temporada pasada fue campeón en el grupo madrileño de Tercera División con el Real Madrid C, aunque no logró finalmente el ascenso por poco. La lesión ya está olvidada, aunque "cuando te dicen que te tienes que operar y que vas a estar de baja cinco meses, te cuesta ser optimista. Lo ves todo mal y te desanimas. Pero pasan tres o cuatro días y empiezas a darte cuenta de que no es nada malo, que es cuestión de tiempo y que hay que luchar".También está satisfecho de trabajar con un exfutbolista tan prestigioso como Míchel:

"Es una persona que nos hace trabajar muchísimo, pero siempre en un ambiente muy agradable y distendido, pero sin que eso signifique relajación. Nos viene muy bien que Míchel haya sido un gran jugador de fútbol porque sabe lo que necesitamos y lo que nos puede exigir".Ahora sobre todo le preocupa el difícil momento de su equipo, que tendrá que luchar por la permanencia en la recta final.

"Tenemos altibajos en los resultados, pero el juego está siendo siempre el mismo. Para mí merecemos más puntos de los que hemos conseguido. La posibilidad de bajar a Segunda B no me preocupa y creo que a mis compañeros tampoco. No sería justo porque el equipo trabaja y creo que merece algo mucho mejor",