La cabeza de Lin Jiamu apenas sobresale de la mesa de pimpón. Encadena reveses a ritmo de cadena de montaje. Del vértice opuesto emerge otra cabeza y un brazo que dibuja drives. Automatizan movimientos, juegan sin pelota. Ensordecen la goma de las zapatillas contra el parquet y el repiqueteo de pelotas de las decenas de mesas vecinas. Liu llegó hace meses, con ocho años y un sueño: "Quiero ser campeón olímpico", dice.

Sichahai es una escuela de cemento gris y funcional a la vera del pequinés lago Hou Hai. Nada la descubre desde el exterior como la mayor fábrica de metales olímpicos. En Atenas, Sichahai dio tantos campeones como España. De aquí han salido ídolos como el taekuondista Luo Wei, la jugadora de tenis de mesa Zhang Yining o el gimnasta y estrella de Hollywood Jet Li. Sus fotos son ubicuas en los 13 campos de entrenamiento. También cuelgan grandes banderas chinas, para recordar quién paga.

En la escuela viven 600 niños, a partir de 6 años. Estudian por la mañana y por la tarde entrenan taekwondo, tenis de mesa, boxeo o gimnasia. El horario descarta el tedio. Descansan el domingo y la tarde del sábado.