Si alguien tenía dudas sobre Alejandro Valverde o creía que el murciano jugaba un farol en este Tour solo tiene que contemplarlo hoy en los otoñales paisajes de Bretaña y lo verá de amarillo. Sí. Con el uniforme amarillo, con la prenda que lució por última vez Alberto Contador, con el jersey más preciado en el universo ciclista. Llegó al Tour, vio que había una cuesta como regalo final de la primera etapa y venció a lo grande. Etapa y liderato. ¿Qué más se puede pedir con apenas 197 kilómetros superados?

Si alguien tenía dudas, que lea las declaraciones que Carlos Sastre, 14º en la etapa --no está nada mal--, ofreció al poco de cruzar la meta de Plumelec. "Quiero felicitar a Valverde porque ha ganado de forma impresionante". Para ganarse el respeto de los rivales, para que todos estén temerosos de su fortaleza, nada mejor que noquearlos en la primera oportunidad. "¡Sigue, sigue, venga, que detrás tuyo se han sentado todos!". Era el grito de Eusebio Unzué, sentado de copiloto en el primer coche auxiliar del Caisse d´Epargne, y viendo a su jefe de filas camino de la victoria, a la captura del primer jersey amarillo del Tour 2008.

LA PACIENCIA Porque Valverde fue paciente. Y eso es bueno. Porque Valverde ha empezado a controlar su nerviosismo y porque, tal como ha demostrado en lo que va de año, primero que ataquen otros y luego se responde sin ningún tipo de ligereza. Demarró el alemán Schumacher. Y se quedó sin fuerzas. Se fue el luxemburgués Kirchen. Y tuvo que sacar la lengua. Entonces Valverde, con apenas 300 metros, en la parte final de la cota de Cadaudal --1,7 kilómetros al 6,2%-- apareció por la parte derecha del pelotón, buscando una salida, protegido por Oscar Pereiro. Abrió la puerta y respiró el fresco aire de Bretaña. Levantó los brazos. Ya le esperaba Bernard Hinault, bretón como la tierra que ahora recorre el Tour, con la misión de imponerle el primer jersey amarillo. El murciano sonreía. Feliz.

Quizá hoy, cuando Valverde se disponga a tomar la salida en la segunda etapa de la ronda francesa, conocerá un curioso dato, que no conviene olvidar. Valverde es ahora el abanderado del equipo que un día lideraron Pedro Delgado y Miguel Induráin. Valverde es también el compañero de Pereiro. Delgado, Induráin y Pereiro han ganado el Tour. Porque en el conjunto del murciano siempre que el líder se ha vestido de amarillo se ha impuesto en la grande boucle, aunque en el caso de Pereiro hubo que sudar un poco más de la cuenta.

Ahora vienen dos etapas de recorrido llano como la de ayer, pero sin el atractivo de una cuesta que ponga en jaque a los velocistas. El Tour se ha presentado este año sin el premio de las bonificaciones con lo que el Caisse d´Epargne podría permitirse el lujo de proteger a Valverde sin esforzarse más de la cuenta, dejándose llevar por los equipos de las estrellas del esprint: Rabobank (Freire), Silence (Mc Ewen), Columbia (Cavendish), Crédit Agricole (Hushovd) y hasta el Milram con el veterano Zabel. El murciano lo tiene muy claro. "De momento lo llevo puesto y muy puesto. Por eso, si lo perdemos, no pasa nada". El Tour se gana en París y no en Bretaña.

IMBATIDO Y EN RACHA Valverde, ayer, no hizo otra cosa que ampliar su racha triunfal y su palmarés. Desde finales de abril, cuando ganó la Lieja-Bastogne-Lieja, cuenta por victorias las carreras en las que ha ido participando después: Dauphiné Liberé, Campeonato de España y el estreno de la ronda francesa. Consiguió su segundo triunfo en la carrera --en el 2005 derrotó a Lance Armstrong en la cumbre de Courchevel--. Sin embargo, hasta ayer, jamás se había vestido con el jersey amarillo. Todo sea empezar, que se lo merece. Y todo esto sucedió, como si se tratara del mejor de los cuentos de hadas, en el primer día sin Alberto Contador.