"No podía durar para siempre". La frase la pronunciaba el viernes en Nueva York Andy Murray, que en julio se apuntó su segundo Wimbledon y ha llegado con su flamante oro olímpico como segundo cabeza de serie del Abierto de Estados Unidos. Lo hacía para contestar a la cuestión que mucha gente está planteando a las puertas de que arranque mañana el último Grand Slam del año, del que por primera vez desde 1999 está ausente Roger Federer y al que Novak Djokovic y Rafael Nadal llegan arrastrando problemas en la muñeca izquierda. Y es un interrogante que no es nuevo, pero suena con fuerza. ¿Se acabó la era de los cuatro grandes?

A Nadal, que empieza su duodécimo Abierto estadounidense con un encuentro con el uzbeko Denis Istomin y podría encontrarse en unas potenciales semifinales con Djokovic, también se le planteaba la pregunta en su primer encuentro oficial con la prensa. Y el 14 veces campeón de grandes, incluyendo dos en Flushing Meadows, tuvo dos respuestas. Una con aires de broma pero certera: "Nos hacemos mayores". Y otra absolutamente lógica: "Es normal que haya nuevas generaciones que intenten estar en esas posiciones".

La lucha de tenistas como Stan Wawrinka, Milos Raonic, Kei Nishikori, Maric Cilic, Dominic Thiem, Jo-Wilfried Tsonga y Gael Monfils sin duda plantea esta edición del Open estadounidense como una de las más abiertas.