Como cada año por estas fechas, asistimos con preocupación a un fenómeno desagradable dentro del deporte extremeño, y en concreto en varios de sus clubs más representativos: las estrecheces económicas que, acumuladas durante los meses anteriores, terminan por aflorar y convertirse en varias nóminas impagadas, con todo lo que ello conlleva. Los presidentes y directivos de los clubs --que al final siguen siendo los mismos, no entiendo cómo algunos siguen ahí-- alzan más o menos discretamente sus voces para reclamar más agilidad en los pagos de las subvenciones o, como es normal llamarlos ahora, contratos publicitarios. No pueden protestar mucho públicamente, ya que son precisamente las instituciones públicas sus máximos sostenes económicos, sin los cuales no sobrevivirían. El retraso en hacer efectivas las cantidades pactadas es justificado por los políticos por las dificultades burocráticas a las que están sometidas las liberaciones de cantidades. Pero, mientras, los clubs no pagan. ¿En el año 2020 seguiremos así?