Marat Safin se quedó sin gasolina ante Roger Federer y convirtió al suizo en el primero de esta nacionalidad en ganar el Abierto de Australia de tenis, en una final deslucida por la falta de fuerzas del jugador ruso.

Federer conquistó el segundo título del Grand Slam de su carrera al vencer a Safin en 7-6 (3), 6-4 y 6-2 en dos horas y 15 minutos, completando así una tarjeta de visita en la que figuran ya tres datos relevantes que le proyectan con fuerza a un futuro histórico: campeón de Wimbledon, número uno del mundo y ganador de Abierto de Australia.

Safin, por su parte tendrá que esperar otra oportunidad después de perder por segunda vez (2002) en la final de Melburne, aunque en ésta no ha sido su amor a la noche lo que le ha conducido al fatal desenlace de acudir agotado al último partido, sino el desgaste físico en estas dos semanas en largos e interminables encuentros.

Sus respectivos estados de ánimo quedaron expresados en la ceremonia de entrega de trofeos, con evidentes diferencias. "Ganar el Abierto de Australia y convertirme en el número uno del mundo en este estadio, recordando las semifinales de la Copa Davis, es un sueño hecho realidad", dijo Federer, "es un gran comienzo de año".

"Desde luego estoy satisfecho de haber llegado de nuevo a la final y haber jugado mi mejor tenis después del año pasado plagado de lesiones, pero siento haberme quedado sin gasolina", añadió Safin por su parte.

AGOTADO La última frase de Safin es la mejor crónica de su muerte anunciada en la final. El ruso había pasado en la pista 18 horas y 51 minutos, ocho horas menos que Federer. Además, había concedido nueve sets en seis partidos, siete menos que el helvético. Toda una carga de hierro que se almacenaba en sus piernas, más lentas que nunca.

Safin ha consumido más juegos para llegar a una final de Grand Slam (276) que nadie antes en toda la Era Open, y ante un genio de la improvisación como es Federer, supone demasiada ventaja para mantenerse sólido y sin errores.

Safin no estuvo tan acertado con el servicio como en su partido contra Agassi, donde ejecutó un admirable ejercicio con 31 aces y ni una doble falta, y consiguió además 79 golpes ganadores. Ante Federer solo logró un pobre porcentaje del 49%.