Roger Federer es inoxidable. A sus 36 años,el tenista suizo está teniendo uno de sus mejores años, como demostró de nuevo ayer borrando de la pista al número 1 del mundo, Rafael Nadal, en la final del Masters 1.000 de Shanghái: 6-4 y 6-3 en una hora y 12 minutos.

Los 31 años del mallorquín no fueron impedimento para que Federer se hiciera con su sexto título del año (en siete finales), empatara a títulos con Ivan Lendl en el histórico (94, solamente por detrás de los 109 de Jimmy Connors) y redujera a 1.960 puntos la diferencia que le separa de la cima del ránking mundial, cuando aún faltan 3.000 puntos por repartir en los torneos de Basilea (500), París-Bercy (1.000) y Copa Master (1.500).

Nadal, cansado y luciendo ayer un vendaje para estabilizar la rodilla derecha, podría saltarse las dos primeras de estas citas si no se siente en plenas condiciones de plantar cara a un Federer incombustible que impartió una verdadera exhibición de tenis en el torneo chino.

La final fue un partido de una sola dirección, con un guion inamovible desde el primer juego, en el que Federer ya rompió el servicio del mallorquín para tomar una ventaja que defendió con un enorme servicio (7 aces, por 4 de Nadal), 16 golpes ganadores (9) y 5 errores no forzados (8). En la segunda manga, otro break en el quinto juego encarriló la victoria del suizo, que culminó con otra rotura en el último juego ante la resignación de un Nadal que acabó así con la racha de dieciséis victorias consecutivas desde agosto, incluyendo las que le dieron los títulos del Abierto de EEUU y Pekín. Antes había ganado otros cuatro: Montecarlo, Barcelona, Roland Garros y Cincinnati.

4-0 FAVORABLE AL SUIZO / Federer logró su cuarta victoria del año sobre Nadal (tres en finales, en Australia, Indian Wells y Shanghái), dejando en 23-15 el balance de sus duelos, aún favorable al manacorense.

Siempre se le ha dado bien, pero no últimamente. Nadal no gana al suizo desde las semifinales de Australia del 2014, hace más de tres años y medio. La pista dura y, sobre todo, con el techo cerrado por las inclemencias del tiempo, también favorecieron el juego maquinal, ortodoxo e infalible del suizo, aunque Nadal no recurrió a ninguna excusa tras felicitar a su rival.

«No quiero hablar sobre ello ahora, después de haber perdido una final no es el momento», aseguró Nadal sobre las molestias en la rodilla derecha. «No he estado al nivel que me hubiera gustado, pero también creo que ese mérito es de Roger porque ha jugado muy bien, muy rápido, no ha cometido errores y además ha sacado muy bien».