Felisa Muñoz Olivera lleva la friolera de 15 de sus 23 años de vida federada. El caso de esta futbolista nacida para este deporte en el Diocesano y consolidada en el Femenino Cáceres --alternando el primer y el segundo equipo-- es el de una apasionada de este deporte.

Sus palabras la delatan. "He crecido jugando al fútbol, el fútbol es mi vida", dice esta estudiante de Contabilidad y Finanzas en la Facultad de Empresariales de Cáceres. No esconde esta jugadora polivalente (puede jugar de lateral o de centrocampista) que su perseverancia como futbolista deviene del apoyo familiar. "Mi padre y mi madre siempre me han apoyado. Si sigo jugando es porque a mi padre le gusta ir a verme. Siempre tengo la sensación de que su mirada me protege y eso me anima a hacerlo mejor".

En sus comienzos no había ligas femeninas. "Lo normal era jugar en equipos mixtos hasta los 11 o 12 años y después buscarnos la vida para encontrar un equipo. Ahora ya hay desde alevín", subraya.

Considera Felisa que el futuro de las mujeres es complicado. "Hay futbolistas que, pese a ser grandes profesionales, se infravaloran ellas mismas, pero esto no deja de ser un reflejo de la sociedad, que aún no concibe la verdaderra identidad del fútbol femenino, que tras mucho esfuerzo se está haciendo un hueco importante".

Para la cacereña, al crecimiento ayudarían iniciativas como una quiniela con la liga de Primera División femenina. "Esto haría que la gente se interesara más en saber por ejemplo la clasificación de los equipos o la trayectoria profesional de las jugadoras. Lo más importante sería que se dotaría de medios económicos a este deporte", sugiere la deportista.

¿Machismo en el fútbol? "Podríamos decir que sí. El hombre y la mujer no están a la misma altura, pues se tiende a infravalorar a la mujer, aunque desarrollen la misma actividad". De todo, ella, en cualquier caso, se queda con los lazos humanos. "Las mejores amigas que tengo son gracias a la convivencia en el fútbol", afirma esta auténtica entusiasta de lo que hace.