Rafael Nadal hizo saltar la banca por tercera vez consecutiva. Sobre el tapete rojo de Montecarlo no hay quien le gane. El tenista manacorense inscribió por tercer año seguido su nombre en el palmarés del torneo monegasco y se llevó los honores, 500 puntos para la clasificación mundial y un cheque de 340.000 euros. Sabe que sigue siendo el indiscutible rey de la tierra.

Nadal logró ayer la 67 victoria consecutiva en tierra al destrozar a Roger Federer (6-4, 6-4). Una vez más, el número 1 del mundo tuvo que rendirse ante Nadal. Por séptima vez en 10 enfrentamientos tuvo que inclinar su cabeza para saludar al triple campeón de Montecarlo. Una proeza que anteriormente únicamente había conseguido el genial tenista rumano Ilie Nastase, que se impuso en 1971, 1972 y 1973.

Federer se había preparado a conciencia para evitar lo que le tocó vivir en la hora y 35 minutos que transcurrió desde que ejecutó el primer saque. El tenista suizo entró en la central del Country Club de Montecarlo, abarrotada en sus 9.000 localidades, dispuesto a doblegar por fin a Nadal. Sus sensaciones eran buenas. Llegaba a la final sin haber cedido un set y tras dejar en la cuneta a dos especialistas en esta superficie como David Ferrer y Juan Carlos Ferrero. La pista estaba seca, en condiciones perfectas para ejecutar su juego ofensivo, y además la final iba a jugarse al mejor de tres sets, algo que le iba a evitar el desgaste físico del anterior año, cuando perdió en cuatro: 6-2, 6-7 (2/7), 6-3 y 7-6 (7/5).

PARTIDA DE AJEDREZ Federer ganó el primer juego con comodidad y mandó en el marcador hasta el 4-3. Los dos tenistas sabían muy bien lo que debían hacer en cada punto. Federer y Nadal se machacaban el revés.

La final era como una partida de ajedrez jugada con raquetas, hasta que Federer desaprovechó la gran ocasión para tomar ventaja. Fue en el octavo juego cuando dispuso de dos break points para ponerse 5-3 a favor, pero falló las dos ocasiones.

Ese error acabó de golpe con su confianza. Fue como si se le fundieran los plomos. "Debería haber aprovechado esa ocasión, pero desafortunadamente no lo hice y todo cambió a peor para mí", admitió Federer. Y era cierto. En el siguiente juego el número 1 del mundo cedió su saque con dos dobles faltas y luego perdió el primer set con un juego en blanco y cuatro errores no forzados.

En la segunda manga, Nadal ya no dejó escapar la victoria. El tenista manacorense mantuvo la seguridad desde el fondo de la pista, la solidez de su saque y una mentalidad inquebrantable. Federer se desquició. El tenista suizo aceleró su juego y empezó a jugarse cada punto como si apostara a rojo o negro en la ruleta del casino de Montecarlo.

FALLOS IMPERDONABLES Federer acabó el partido con 38 errores no forzados, la mitad con la derecha, su mejor golpe. "Eso no es normal", se quejó el número 1 del mundo, que lanzó el guante a Nadal para los próximos compromisos en Roma, Hamburgo y Roland Garros. Por lo visto ayer, deberá trabajar mucho y tener más paciencia para lograrlo.

Nadal fue el primer sorprendido por la facilidad de su triunfo. "Al principio fue duro. El puso mucha presión, pero yo he sabido aguantar y esperar mi ocasión. Posiblemente si él hubiera aprovechado los dos break points que tuvo, todo habría sido distinto. Estoy sorprendido de haber ganado al número 1 en dos sets. Ha sido mi victoria más fácil contra Federer", dijo el español.