El Mallorca hizo uno de los fichajes más rentables en sus 92 años de existencia al apostar hace tres temporadas por Fernando Navarro, un catalán de figura esmirriada, pero un auténtico seguro de vida en el lateral izquierdo, que hoy se ha convertido en la gran novedad en la lista de Luis Aragonés para el amistoso ante Francia.

El defensa catalán (Barcelona, 1982) ha roto todas las estadísticas de minutos jugados en el Mallorca (jugó 36 partidos la temporada pasada y en ésta ya acumula 20), y se ha consolidado hasta tal punto en los esquemas del técnico Gregorio Manzano, que las quinielas sobre la alineación se limitan a diez plazas, porque la del "3" nadie se la discute al flamante integrante de la selección absoluta de España.

La lesión no le ha impedido triunfar

"Cumpliré el sueño de mi vida", comentó Navarro cuando le dijeron que el cuerpo técnico de la selección seguía sus actuaciones. Pero, para llegar a lo más alto ha tenido que trabajar a destajo, sin desmayo, peleándose cada domingo por mantener la soberanía de su "territorio" con el extremo de turno. Y no ha sido fácil.

Una lesión le cortó de raíz su trayectoria en el FC Barcelona, donde se formó futbolísticamente -llegó con diez años, procedente del Trajana y debutó con 19 en Primera de la mano de Carlos Rexach ante el Deportivo de la Coruña- pero, después, le abrió las puertas del Mallorca. Navarro había disputado 15 partidos con el primer equipo azulgrana en la primera vuelta de la temporada 2002-2003, con Louis Van Gaal en el banquillo, hasta que el 15 de diciembre, ante el Sevilla, sufrió una rotura del ligamento cruzado de la rodilla izquierda.

Luego fue cedido al Albacete y en la temporada 2005-2006 al Mallorca, donde ha vivido los mejores años de su carrera profesional. Es el "jefe" indiscutible del lateral izquierdo, y un auténtico seguro de vida en esa banda, que recorre de manera incansable. El club balear acaba de renovar su contrato hasta el 2012, consciente de que era una "perla" con muchos pretendientes, que se multiplicarán, sin duda, con su recién estrenada categoría de internacional con la selección absoluta.

Profesional de los pies a la cabeza, disciplinado, cumple con celo desmedido lo que le ordenan que haga en el campo. Aburre a los extremos que persigue con ahínco, y también a sus compañeros que pueden discutirle el puesto, porque siempre está ahí, listo para apagar los incendios en la defensa. Luis lo sabe y lo ha seleccionado, precisamente, en el momento más dulce de su carrera deportiva.