Mantiene un grupo de opinadores de F-1, con Niki Lauda a la cabeza, que el problema de Ferrari es que "los italianos han tomado de nuevo el mando". Contraatacan en Maranello y tiran de palmarés para mostrar el título ganado, en 2007, con Kimi Raikkonen, o los perdidos en la última carrera con Felipe Massa (2008) y Fernando Alonso (2010) para proclamar su competitividad desde que los Jean Todt, Ross Brawn, Rory Byrne y compañía dejaron la scuderia junto a Michael Schumacher a finales del 2006. Es más. No pierden la oportunidad de colocar la bandera italiana en el alerón o en el nombre del coche. Incluso se empapan del espíritu futbolístico del país: "Debemos hacer un catenaccio ", anuncia Stefano Domenicali para explicar que Alonso afronta este GP sin posibilidad de batir a los Red Bull y McLaren, esperando el fallo de sus rivales, jugando, como en el fútbol, a meter un gol en una jugada de estrategia que aquí, bajo el abrasador sol de Malasia, se dirime en las paradas en boxes , en la gestión de los neumáticos.

Porque en el uno contra uno, no hay nada que rascar, al menos de momento. A una vuelta, como se dirime la clasificación, Ferrari navega a un segundo (Alonso) o 1,6 segundos (Massa) de los Red Bull y McLaren. Un mundo. A esa distancia quedaron ayer de la pole de Sebastian Vettel. Lewis Hamilton acabó a una sola décima del alemán, y eso es muy poco comparado con las ocho que les separaron (también primero y segundo) en el debut de Melbourne.

Todo es cuestión, dicen, de temperatura. El impoluto, fino y sellado RB7 diseñado por Adrian Newey corta el aire como una flecha sin perder carga aerodinámica con temperaturas de 20 grados como las de Australia. Pero el calor obliga a abrir ese resbaladizo traje de neopreno. Las branquias laterales con las que deben aumentar la refrigeración, ensucian el paso del aire. "La diferencia con los chicos de McLaren ha sido muy poca, menos que en Australia, pero confiamos ciegamente en nuestro coche", sostiene Vettel.

No menos contentos, los pilotos de McLaren se vienen arriba. "La progresión es fantástica. Hemos recortado mucha diferencia. Estoy en una gran posición para luchar por el triunfo", dice un eufórico Hamilton, que se frota las manos. Mark Webber y Jenson Button escoltan a sus jefes desde la segunda, por delante del resto del mundo. "Entre nosotros y el resto hay un vacío grande", reflexiona, con razón, Button.

BENDITA LLUVIA El agujero existe en la clasificación, pero la carrera será otra cosa. Eso al menos cree Alonso, nada identificado con el catenaccio propuesto por sus jefes. "En la salida, llevamos un buen KERS y Red Bull, no. Y, después, está la estrategia. Calor, paradas, neumáticos, fiabilidad... cuando sales quinto y acabas, puedes llegar al podio". El asturiano sabe que se juega buena parte de sus posibilidades en una salida, por eso aseguró que intentará hacerlo lo mejor posible para adelantar, al menos, a Webber. Y, saben, todo, toda la estrategia, todos los cálculos pueden saltar por los aires porque anuncian lluvia. Mucha.